El 11 de octubre de 1907, publiqué un artículo en el Semanario Universidad intitulado “La humanítica en comunicación global”, el cual incluí en el libro Autodesafíos: Reflexiones de humanítica (Editorial Nuestra Tierra, 2010, parte I, “Humanítica: significado y consecuencias”, pp. 37-40). Con base en una breve investigación, me di cuenta de que el término no aparecía en ningún diccionario. Y escribí:
“Esa ausencia o inexistencia estimuló mi curiosidad, porque la palabra apunta a un sentido –cabría decir, una necesidad conceptual– que es muy importante, como veremos después. Afortunadamente, no estoy solo en el mundo con esa curiosidad: si bien el término se me ocurrió espontáneamente, al no encontrarlo en ningún diccionario, incluyendo los de inglés, busqué en Internet y me di cuenta de que se usaba en diversas instituciones, especialmente centros de cultura o pensamiento oriental; inclusive, un taiwanés, de nombre Liu an Feng Ching, plantea en ese medio un anuncio de su negocio llamado Humanitics Café.
“Más curioso aún es que aparece en el buscador Google.com, así como en Yahoo.com, una petición anónima qué dice: ‘ What´s humanitics? I have to define that term, but can’t find it in any dictionary I know of ’ (“¿Qué es humanítica? Necesito definir esta palabra, pero no la encuentro en ningún diccionario”).
“Dedico este artículo a ese residente de Singapur y a cualquier persona en este otro pequeño rincón del mundo que comparta ese interés con nosotros”.
Definición. Entonces, aplicando una analogía con la palabra “política”, como aparece en los diccionarios, definí “humanítica” en esta forma: “f. Arte, doctrina u opinión referente al gobierno de uno mismo || 2. Actividad del ser humano tendiente a regir su vida. || 3. Actividad de las personas para estructurar y procesar sus propios asuntos. || 4. Ordenamiento y control de la conciencia individual. || 5. Por ext. , arte o traza con que los humanos escogen sus objetivos y metas, adecuándolos a valores y actividades compatibles con “la regla de oro”. Hacer con otros lo que ellos hagan con uno mismo. || 6. Principios de comportamiento personal que envuelvan conciencia, no solo conveniencia”. Y continué:
“Ahora bien, algún etimólogo tendría que explicarme por qué una palabra cuya raíz se origina en Occidente sea más usada en Oriente.
“Pero sí puedo afirmar que el concepto representado por esa palabra tiene larga historia en el pensamiento chino. Por ejemplo, en el segundo de los cuatro libros clásicos de Confucio se lee: ‘El príncipe debe corregir y perfeccionar constantemente su propia persona. (Y quien) ama el estudio y aplica su inteligencia al descubrimiento de la ley del deber se halla muy cerca de alcanzar la ciencia moral”.
Entonces, para obtener reacciones de otros sobre el tema, incluí el artículo en mi blog de acceso libre, junto con otro artículo intitulado “La Humanítica en Costa Rica” ( Autodesafíos , pp. 41-44).
Cinco años después, navegando nuevamente por la Internet, me encuentro con una floración de términos prácticos, organizacionales y comerciales referidos a “humanítica”, aunque no consta que diccionarios recientes los registren. No me atrevo a proponer una conexión con el concepto que propuse y definí, porque no tengo evidencias concretas al respecto, solo paralelismos sorprendentes, pero la teoría sobre surgimiento y evolución de palabras específicas y el lenguaje en general permiten hacer conjeturas al respecto. Y, por razones obvias, satisface mi ego pensar que otros pudieron haber “descubierto independientemente” –más aun “copiado”– las ideas que expuse.