Quizás la sorpresa más grande que nos trae el proyecto de “desmembración constitucional”, la develó en todo su alcance la Alianza Evangélica Nicaragüense (AEN), única organización independiente consultada hasta el momento, y que no ha cantado en el coro de las reformas constitucionales hechas a la medida para la perpetuación en el poder de la familia Ortega-Murillo.
Aparte de todos los aportes y señalamientos hechos con gran altura, precisión y respeto por la AEN, me referiré únicamente a tres aspectos que poco han sido divulgados y están más cerca de la fe cristiana que del ejercicio del poder o la política.
En primer lugar, los evangélicos rechazan la inclusión de los llamados “gabinetes de familia” en la iniciativa de reforma constitucional, pues señalan, con lógica elemental, que “la familia es una institución y un espacio sagrado que, en su formación, educación y actuación, compete exclusivamente a los jefes del hogar, sin que haya cabida para que personas naturales o jurídicas ajenas al núcleo familiar tengan injerencia en cualquiera de sus formas o manifestaciones”.
Solo en los Estados totalitarios se ve la obsesión de controlar a la sociedad en todos los aspectos, incluso desde su institución más sagrada: la familia. Por fortuna, la mayoría, si no todos, fracasaron en su empeño.
En segundo lugar, los evangélicos alegan que incorporar en la definición del Estado las categorías de “cristiano, socialista y solidario” en los artículos 4 y 5 de la reforma constitucional es un error por las siguientes razones:
Porque la definición de “cristiano” en la reforma no corresponde al significado esencial, espiritual y bíblico del cristianismo. Se es cristiano por conversión a Cristo y por desarrollar un estilo de vida conforme al mensaje de la Biblia, y porque, además, se es cristiano por haber nacido de nuevo en Cristo Jesús y no por ley o por decreto.
Porque, en realidad, la nación nicaragüense es multiconfesional, tanto es así, que la Constitución Política vigente, en el artículo 14, establece que el Estado no tiene religión oficial, pues no puede imponer a sus ciudadanos una determinada manera de fe.
Y, en tercer lugar –alegan los pastores evangélicos–, porque los conceptos de “cristiano, socialista y solidario” constituyen, en efecto, el eslogan de un partido, argumento devastador para que figuren en la Constitución, por lo que, con todo respeto, solicitan que sean retirados de la reforma propuesta.
Pero aún más grave es la inclusión de la reforma al artículo 60, que describe la Tierra como “gran madre” y tierra sagrada”. Estos títulos –señalan los pastores evangélicos– hacen referencia a una deidad incaica denominada “Pachamama” o “Mama Pacha”, diosa adorada por los pueblos indígenas de los Andes Centrales de América del Sur, a la cual se le reconoce como una divinidad protectora y diosa de la fertilidad que se alimenta con ofrendas, cultos y sacrificios de sangre mediante ceremonias y ritos, y que, en caso de no recibir culto y ofrenda, o si casualmente se la ofende, provoca todo tipo de enfermedades y males.
Siguen los pastores evangélicos su argumentación: en las escrituras bíblicas, la “madre tierra, tierra sagrada o pachamama” es equivalente a Astarot, diosa de la fertilidad, esposa de Baal, divinidad cananea y enemiga del Dios de la Biblia, culto enfrenado por los grandes profetas como Elías, Eliseo, Isaías y otros siervos de Dios.
Y concluyen: “Nos preocupa que en la reforma constitucional del artículo 60 se establezca que la Tierra es una divinidad sagrada que se debe venerar. Constitucionalizar a la Pachamama implica oficialmente establecer su culto en Nicaragua, y estaríamos cayendo inevitablemente en la idolatría, oponiéndose a la Palabra, que dice: ‘No tendrás dioses ajenos delante de mí, no te inclinarás ante ellos, ni los honrarás, porque yo soy el Señor, tu Dios fuerte y celoso’”.
Promover el culto a la “madre tierra” es no reconocer al Dios verdadero, es necedad, es cambiar la gloria de Dios incorruptible y es dar culto a criaturas antes que al Creador. Es exponerse a la ira de Dios.
Los aportes de los pastores de la AEN son sustantivos y deben ser valorados a conciencia por quienes están proponiendo reformas constitucionales hechas a su medida y a la medida de sus creencias esotéricas. No bastó con decorar toda la ciudad con esos costosos árboles metálicos pintados de amarillo, que le llaman “árboles de la vida”, sino que ahora quieren establecer el culto o idolatría constitucional a dioses como la Pachamama.
Estoy seguro de que la Conferencia Episcopal, luego de ser consultada el 22 de noviembre por la Comisión Especial de las Reformas Constitucionales, tendrá aportes de gran importancia y trascendencia, oponiéndose a la Constitución esotérica. Y, como más del 90% de la población nicaragüense es católica o evangélica, quienes proponen estas degradantes reformas constitucionales sabrán muy pronto que navegan contra la corriente y, tarde o temprano, se darán cuenta del grave error cometido, ya sea por necedad, vanidad o por la ambición obsesiva de perpetuarse en el poder.