Quiero felicitar a quienes estuvieron encargadas de la preparación y publicación del reportaje “Mujer ayer y hoy” en el semanario Proa . Nada hay más importante, en mi opinión, que rendir homenaje a las luchas de las mujeres y establecer los retos del presente y futuro. La humanidad nunca estará bien si sometemos al 50 % de la población a la esclavitud, como ha sucedido hasta ahora. De nuevo, me permito felicitarlas y, a través de Uds., al periódico La Nación , que ha tomado partido en esta lucha desigual y sin fin en favor de las mujeres.
Soy consciente de que no todo se podía mencionar en ese reportaje. Les recuerdo algunas páginas pendientes, dignas de ser comentadas en futuras publicaciones. Todavía carecemos de un programa de educación sexual en las escuelas y colegios públicos y las autoridades comprometidas con sacar adelante esa tarea pendiente enfrentan el conservadurismo que se opone a la libertad de la mujer.
Todavía tenemos 27 000 embarazos no deseados al año. Todavía las autoridades de la CCSS no ponen en práctica el derecho al aborto terapéutico, consagrado en las leyes y reglamentos del país. Todavía los curas y algunos pastores siguen predicando la abstinencia y el ritmo como método de planificación, sabedores de que es ineficaz.
Todavía no hay ningún caso en los tribunales de los embarazos en menores de 14 años, que son delito, aunque haya habido sexo consensual.
Y, peor aún, todavía la lucha por los derechos de las mujeres topa con la indiferencia de miles de mujeres educadas y cómodas que le dan la espalda a sus compañeras agredidas. Y la lista continúa, pero no quiero cansarlas, porque ustedes la conocen.
Los vientos históricos soplan a favor y no se detendrán. La luz y la libertad no se detienen. Las injusticias, las desigualdades y los muros no son sostenibles.
Sigamos apoyando y defendiendo los derechos de las mujeres, en particular los derechos sexuales y reproductivos, que son componente fundamental de los derechos humanos. Pienso yo que no hay nada más eficaz para reducir la pobreza y las guerras en el mundo que educar a las mujeres. De una mujer educada y digna nunca saldrá un joven que se convierta en carne de cañón de los dictadores de toda índole. De las mujeres educadas y dignas del presente saldrán los/las luchadores/as por un mundo mejor, por un planeta menos enfermo.