Biodiversidad a media asta

Costa Rica cuenta con los recursos necesarios para crear un programa internacional de doctorado en biodiversidad.

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Costa Rica fue ampliamente reconocida y admirada internacionalmente por su biodiversidad en otra época. Grandes esfuerzos fueron llevados a cabo por salvarla, conocerla y utilizarla sosteniblemente. Grandes instituciones lideraron la investigación científica y la apreciación de su valor en la sociedad costarricense.

Sin embargo, esa bandera ha estado a media asta por mucho tiempo. De poco sirve ahondar en las causas o los culpables. Lo importante es que quizá sea el momento de recuperar las valiosas experiencias del pasado y volver a izarla con un impulso renovado.

Costa Rica cuenta con aproximadamente un 5 % de la biodiversidad mundial y es considerada uno de los países más biodiversos del planeta gracias a su ubicación privilegiada, que incluye ser punto de conexión entre dos masas continentales, contar con costas en dos océanos, poseer un clima tropical y una gran cantidad de ecosistemas desarrollados en su amplio gradiente altitudinal.

La biodiversidad costarricense ha sido estudiada por décadas. Cerca de un 33 % del territorio terrestre se encuentra protegido por parques nacionales o reservas privadas. Adicionalmente, cuenta con una gran cantidad de expertos en las diversas áreas relacionadas con la temática. Muchos otros continúan formándose en las universidades. Por lo tanto, tenemos la materia prima, la gente y el conocimiento.

Hacia adelante. Es oportuno pensar en la creación de un nuevo ente público que sea el referente de la biodiversidad costarricense. Podría estar ligado a un ministerio, nacer de fusión de otras instituciones o pertenecer al Consejo Nacional de Rectores (Conare). Tal vez surja de la combinación de estas alternativas. Además, es fundamental que cuente con financiamiento basal y sostenido, por ejemplo, una parte de los impuestos a la importación de plaguicidas, que tanto daño causan a la biodiversidad.

En la cooperación internacional ya no existe el esquema donante-receptor, sino el de socio-socio. Por tanto, es estratégico establecer alianzas con instituciones de países poco diversos, pero ricos en recursos e infraestructura científica. La contraparte costarricense sería precisamente su biodiversidad y el conocimiento de esta.

Es un buen momento para establecer un programa internacional de doctorado en biodiversidad, involucrando instituciones y universidades nacionales e internacionales. Esto permitiría estudiar permanente y sistemáticamente la biodiversidad, pero, además, usar enfoques interdisciplinarios para generar nuevos conocimientos y aplicaciones útiles para la sociedad.

La legislación costarricense ha sido pionera en este tema. Sin embargo, es importante que el marco legal relacionado con el acceso, uso y distribución de beneficios sea actualizado a partir de la experiencia de las últimas décadas. Asimismo, hay espacio de mejora en la institucionalidad, incluyendo la simplificación de trámites.

Por último, debe consolidarse, en un solo sistema, las diferentes bases de datos existentes sobre especies, genes secuenciados, ecosistemas, suelos, geografía, geología, meteorología, hidrología y ordenamiento territorial, entre otras. Esto permitirá visualizar interacciones hasta ahora insospechadas. Más importante aún, constituiría una herramienta valiosísima para el manejo de este recurso desde una perspectiva integral.

Los autores son investigadores.