Restringir el uso de la burka o velo islámico. Prohibir la construcción de minaretes o torres de las mezquitas musulmanas. Limitar el estudio del Corán. Estas son solo algunas de las manifestaciones de la creciente islamofobia de las últimas décadas, que discrimina a los musulmanes y genera hostilidad hacia el islam. No son muy diferentes a la restricción de la circuncisión judía o a la prohibición de la shjitá o ritual judío de matanza animal para consumo.
Antisemitas e islamofobos, sean creyentes o ateos, de izquierda o de derecha, racistas o no, de clase alta o baja, todos consideran al judaísmo y al islam como enemigos acérrimos y como supuestas amenazas de su bienestar y supervivencia.
La progresiva inmigración y radicación de una numerosa población musulmana en Occidente –principalmente en Europa– a partir de finales del siglo XX, ha provocado reacciones semejantes, aunque todavía no tan atroces, a las generadas por el mismo proceso de los judíos en Europa iniciado en el siglo XIX.
Los judíos vivían en comunidades cerradas, por lo que se les culpaba de ser incapaces de integrarse a la sociedad y de no ser “verdaderos” alemanes, franceses o austríacos. Sin embargo, cuando destacaban en sus actividades y adquirían los mismos derechos que el resto de los nacionales, surgían movimientos para devolverlos a un estado de desigualdad, subordinación y segregación en guettos , acusándolos de querer dominar el mundo y judaizarlo.
De la misma manera, a los musulmanes de Europa se los acusa de establecer “un Estado dentro del Estado” y de querer islamizar al resto de la población para constituir “Eurabia”, heredando los musulmanes algunas de las acusaciones que tradicionalmente se dirigían contra los judíos.
Una diferencia importante a recalcar es que el judaísmo no es proselitista, como sí lo es el islam. Por lo tanto, sí existen movimientos de islamización que pretenden erradicar los “infieles no musulmanes”, no así movimientos de judaización.
Un factor que ha incrementado la islamofobia –ausente en los motivos del antisemitismo– es la serie de atentados terroristas reivindicados por grupos islamistas radicales que, en nombre de una supuesta guerra santa, intentan crear califatos e imponer la ley islámica – sharía– en el mundo.
Estereotipo. Se estima que solo un 25% de los musulmanes apoyan el islamismo radical –lo cual, de los 1.600 millones de musulmanes en el mundo, sigue siendo una inmensa cantidad–. La gran mayoría de musulmanes dicen ser moderados, no apoyan la yihad y prefieren coexistir pacíficamente con sus vecinos no musulmanes. Desafortunadamente, su cómplice silencio no permite reprimir las voces radicales.
No obstante lo anterior, se ha estereotipado a todos los musulmanes, vinculando el islam con el terrorismo y la violencia. Si bien es cierto los actos del islam radical son absolutamente condenables –lo cual deberían también denunciar los musulmanes moderados–, igualmente lo es la generalización simplificada de todo un grupo, sea por odio o ignorancia, sin reconocer las diferencias entre los individuos de ese grupo.
Asumir que los actos de unos tipifican el comportamiento de todos es una forma de intolerancia. La historia ha demostrado que ese pensamiento estereotípico puede convertirse en algo mucho más peligroso –desde la segregación hasta el genocidio–, como sucedió en la Shoah .
Por eso, con ocasión del recién pasado Día Internacional de Conmemoración del Holocausto, condeno categóricamente la incitación al odio y la intolerancia humana, en todas sus formas y manifestaciones, contra cualquier grupo social independientemente de su religión, origen étnico, género, edad, discapacidad o preferencia sexual.
La discriminación no es un problema de una región particular del planeta o de un momento histórico determinado. Es un problema humano.
Siendo Costa Rica baluarte internacional en la protección de los derechos humanos, debemos erradicar de nuestra sociedad el antisemitismo, la islamofobia y toda otra forma de discriminación.
Respetemos la diversidad y valoremos la humanidad.
El autor es miembro de la Comunidad Judía Costarricense.