La administración Trump ha generado una gran incertidumbre al cuestionar los tratados de libre comercio, principalmente el de América del Norte (Nafta, por sus siglas en inglés), así como el fruto de su relación comercial con México y China.
La posición del nuevo gobierno estadounidense genera dudas adicionales sobre el impacto que las decisiones de ese país podrían tener sobre Costa Rica, en particular sobre la atracción de inversión extranjera directa (IED), cuyo impacto en el empleo, la producción, las exportaciones y la balanza de pagos, entre otros, es muy significativo.
Las opiniones expresadas se dividen entre esperar a que “se aclaren los nublados del día” o desarrollar una defensa proactiva de los beneficios del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana (TLC) en Washington.
Para determinar la estrategia a seguir, debemos visualizar con claridad el panorama en que nos encontramos.
Poco significativos. De acuerdo con datos de la Oficina de Censo de los Estados Unidos (United States Census Bureau), en el 2015 EE. UU. exportó bienes y servicios por la suma de $2.230,2 billones e importó $2.761,8 billones, con un déficit comercial de $531,6 billones.
De ese déficit, China y México representan el 69% y el 11% respectivamente. Mientras tanto, en ese mismo año, el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana importó de los EE. UU. $28,7 billones, 1,29% del total del comercio estadounidense, con un superávit para esa nación de $5 billones.
Pese a que nuestra participación comercial es muchísimo menor comparada con México e insignificante comparada con China, no podemos perder de vista que somos un vecino inmediato cuya salud y bienestar es importante para el gobierno norteamericano.
Corregir debilidades. Nuestro país ha venido perdiendo competitividad relativa con sus competidores. Esto nos hace más vulnerables a las decisiones de las empresas sobre invertir o reinvertir aquí.
En la medida en que los costos locales continúen aumentando, los problemas de infraestructura sigan sin solventarse y aumente la necesidad de recurso humano calificado en las carreras técnicas y profesionales requeridas, así como multilingüe, seremos percibidos como menos competitivos y la atracción de inversión a Costa Rica será cada vez más difícil.
Como primer paso, es indispensable corregir estas debilidades para reducir nuestra vulnerabilidad ante una potencial política de la administración Trump para repatriar inversiones mediante la reducción de impuestos corporativos o el aumento de las barreras arancelarias. Debemos apurar la toma de decisiones y simplificar la forma de hacer las cosas.
Migración y narcotráfico. Costa Rica debe ser proactiva y plantear una estrategia de desarrollo para la región, sacando provecho de dos temas que le interesan a ese país: la migración y el narcotráfico.
Desde la administración Reagan no existe un plan de desarrollo para Centroamérica que permita reducir la pobreza gracias al fomento de la producción y el empleo.
A los Estados Unidos le debería interesar que la región disminuya la pobreza, pues se reduciría la migración.
No en vano en los beneficios del TLC con Estados Unidos se indica que “el comercio y el desarrollo económico promueven prosperidad y estabilidad y proveen oportunidades para ciudadanos en su país de origen”.
Existe una oportunidad regional para presentar una estrategia similar a la de la administración Reagan. Una estrategia que fomente el desarrollo, el empleo, la producción y, por ende, la reducción de la pobreza y la inequidad.
Un plan cuyas bases pueden incluir la investigación y el desarrollo, la innovación y los emprendimientos entre otros elementos.
Costa Rica debe tomar el liderazgo regional, pasar de la inactividad y la incertidumbre a la proactividad. Como país podemos, una vez más más en la historia, dar el ejemplo y ser capaces de diseñar nuestro propio futuro.
Luis Gamboa es presidente de la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (Cinde).