La educación no se detiene, y para que Costa Rica tenga éxito en el futuro deberá continuar invirtiendo en la enseñanza oficial. La aprobación de la ley de educación dual y las reformas del INA y la carrera docente son una gran oportunidad para el presidente Rodrigo Chaves.
El Congreso también tiene desafíos y, en este sentido, me satisface la conformación de una comisión especial de educación. Los legisladores deberían evaluar proyectos del período anterior tales como el expediente 22106, para la aprobación del bono de conectividad, que se financiaría temporalmente con recursos de Fonatel, internet para las familias pobres, y así atenuar el impacto de la pandemia y el incremento de la brecha digital; 2) el expediente 21424, que modifica el artículo 9 de la Ley Orgánica del Consejo Nacional de Producción para que la compra de alimentos que realizan escuelas y colegios sea voluntaria, a fin de acabar con los sobreprecios y mejorar las calidades de los productos que se sirven en los comedores escolares; 3) el expediente 21422 o reforma de la Ley de Creación del Consejo Superior de Educación, que propone cambios en la gobernanza y las funciones para alcanzar la excelencia académica; 4) el expediente 22251, que reforma la la Ley Fundamental de Educación con el propósito de actualizarla e incorporar la virtualidad en los objetivos de la educación; y 5) el expediente 22717, para incorporar la enseñanza docente universitaria privada en el sistema de pensiones y jubilaciones del magisterio nacional.
Estos son algunos insumos susceptibles de mejoras. Tanto oficialistas como oposición deberían poner más énfasis en la educación y, para el curso lectivo 2023, evitar recortes presupuestarios injustificados en los programas de infraestructura educativa y tecnológica, comedores escolares, becas y transporte de estudiantes, entre otros, porque desde nuestra vida republicana la educación es vehículo que nos transporta hacia un buen porvenir.
La realidad es que la educación se encuentra en estado crítico. La calidad demanda no solo esfuerzo financiero, sino también académico e intelectual. La lucha contra la desigualdad tendría éxito si el sistema elevara indicadores de cobertura, el rendimiento académico y los aprendizajes que promuevan cambio, riqueza axiológica, progreso y transformación.
El Informe estado de la educación alertó sobre el “apagón educativo”. En un escenario crítico, donde cada vez se cuenta con menos recursos para atender los problemas de infraestructura y tecnología, la buena voluntad, la definición de los jerarcas del Ministerio de Educación Pública, las prioridades bien definidas, las reglas claras, los canales de información y la capacitación evitarán el exceso, la duplicidad en la solicitud de informes y menos papeleo administrativo para que los maestros y profesores inviertan sus energías y tiempo en que los niños y jóvenes recuperen los aprendizajes perdidos, con ayuda de los padres de familia y las comunidades.
Un Congreso multipartidario implica un enorme desafío y esfuerzo personal e intelectual para el gobierno de turno y los partidos políticos, porque la negociación —donde el aspecto central es prepararse para ceder— es vital para que las tesis que defiende cada agrupación se conviertan en realidad.
Los diputados y el Poder Ejecutivo deben trabajar juntos en la consecución de acuerdos en los que la educación vuelva a ser creadora de oportunidades, reductora de desigualdades y motor del desarrollo económico. Si no actuamos pronto, la caravana del futuro pasará de largo.
El autor es exdiputado.