A confesión de parte, relevo de pruebas. El hijo putativo de Hugo Chávez le tiene miedo a Leopoldo López. Antes de abrirse (22/7/14) la pausada vista judicial en Caracas contra el líder opositor, acusado de todos los males que bajo el cielo se albergan en la tierra, el heredero dedo dixit del chavismo, Nicolás Maduro, pronosticó: “Pagará por los delitos que se le imputan”.
En un país donde los poderes tradicionales se resumen en el Partido Socialista Unido de Venezuela, apoyado por los militares y Cuba, lo dicho por el supremo es orden indiscutida para los subalternos. In-Maduro pronunció la sentencia, golpeando la mesa, cual aperitivo determinante de la causa.
Cuatro estudiantes más se sentaron junto a López en el banquillo de los acusados. El fiscal Franklin Nieves calificó de criminal a López y de borregos a los universitarios. El Ministerio Público responsabiliza al líder de Voluntad Popular de ataques a su despacho y de las grandes manifestaciones que, a partir el 12 de febrero, se multiplicaron contra el Gobierno venezolano. De ser declarado culpable, como anticipó in-Maduro, la condena se cifraría en 13 años, nueve meses y una semana de prisión. Un Nelson Mandela revivido en injusta celda.
Inteligencia en la cárcel. ¿Quién es Leopoldo López Mendoza? Historial que hace temblar al poder. Descendiente de Simón Bolívar. Economista y politólogo. Maestría en Ciencias Políticas (Harvard) Economía (Kenyon College, Ohio, mención cum laude) Profesor de la Universidad Católica Andrés Bello. Medallista de atletismo. Alcalde de Chacao dos períodos, del 2000 al 2008. Premio Transparencia Internacional 2008. Doctor Honoris Causa en leyes, Kenyon College, 2007. Casado, una hija. Con 43 años de edad
¿Quién es Nicolás Maduro Moros, de 52 años? Felpudo designado por Hugo Chávez Frías. De chofer de bus ascendió, por la escalera del servilismo, hasta la Cancillería y, desde la relación exterior, al superior mando interno, tras el fallecimiento del todo poder Comandante. Nada despectivo, por favor, el antecedente profesional automovilístico de in-Maduro. Los pilotos son gente de impaciente trato diario con el pueblo. Y respiran, lógicamente, populismo.
¡Muera la inteligencia!, consigna del Socialismo del Siglo XXI, invento de Hugo Chávez que sus herederos cumplen al pie de la letra.
A las cinco de la mañana de la fecha del alargado juicio, Leopoldo López fue trasladado de la cárcel militar de Ramo Verde al Palacio de Justicia. Tres piquetes de la Guardia Nacional Bolivariana, con 50 uniformados, cada uno, apertrechados con equipos antimotines, dominaron las esquinas del edificio de los tribunales. Arribaron cinco vehículos blindados más e instalaron rejas metálicas para impedir el paso de personas de a pie. El piso de la audiencia igualmente tomado por los militares. Seguridad desbordada.
El montaje oficial fue espectacular. Y el ejercicio del abuso de poder se explica por sí solo. Son 138 testigos en contra y uno a favor. La jueza del caso solamente admitió las razones aportadas por la fiscalía, para inculpar sin atenuantes al opositor López Mendoza.
La lista acusadora está integrada por 121 funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas. El Ministerio Público aporta 15 elementos, amén de una experta en análisis de discursos, un perito de redes sociales, personal oficialista. Se negó a la defensa los testimonios de 41 testigos presenciales, tres periodistas y un camarógrafo, los peritajes de los personeros de libertad de expresión, cuatro videos, 15 notas de prensa y cuatro grabaciones de declaraciones periodísticas ofrecidas por Leopoldo López.
La farsa jurídica venezolana supera a los profesores cubanos en tan particular aplicación de leyes. El Socialismo del Siglo XXI, identifíquese chavismo, imita al castro/comunismo del siglo pasado, cuando, entre otros muchos, las artimañas del poder condenaron a Hubert Matos, Arnaldo Ochoa, los hermanos Guardia… y un largo etcétera.
Cinco horas se prolongó la primera sesión, en Caracas, que derramó sobre el acusado todo género de insultos y desprecios (oficiales). Y como prolongar el show sirve a la intención gubernamental, la audiencia se reanudó el sine die… a la una de la tarde.
Aislado en cubículo de máxima precisión carcelaria, Leopoldo López compareció, en el escenario de la bufonada, canoso y poblado de barba. Serio y deteriorado físicamente, tras cinco meses de encierro. Sus únicas y favorables expresiones sirvieron para sonreír a sus padres, hermana y esposa, presentes en la sala de tan depravado cuestionamiento judicial.
Guardando las formas, algo hay que disimular, se le permitió el uso de la palabra al opositor encadenado. López manifestó: “este es un juicio sin pruebas”. Dirigiéndose a los fiscales apuntó: “Ustedes no deben dormir tranquilos porque tienen presos a estos muchachos como artificio para mantenerme preso a mí”. Los agentes jurídicos trataron de responsabilizar al líder de Voluntad Popular por la muerte de dos policías. López devolvió la pelota: “Fueron asesinados por miembros de Sebin (servicios especiales del Gobierno)”.
Los variados grupos de la oposición, encabezados por el excandidato presidencial Henrique Capriles, arroparon moral y emocionalmente a Leopoldo López, mancillado por el Estado.
Todo calculado. La regular cadena televisiva desde Miraflores, horario coincidente con la patraña sobre Leopoldo López, donde habitualmente el jerarca venezolano contesta a las preguntas de los paniaguados, se postergó hasta finalizada la actividad farandulesca del Palacio de Justicia.
Y, por supuesto, in-Maduro reiteró la condenatoria contra al líder opositor que más teme. Dijo: “Él tiene que pagar ante la justicia y va a pagar. Así de sencillo. Bastante daño le hizo a este país. Que siga la justicia en su propio camino, por sus propios métodos”.
Agregó nuevas perlas a su desaforada declaración. Acusó a López Mendoza de ser pieza de Washington que iba a nacer en Nueva York, pero que su madre decidió alumbrar en Caracas porque tenía que ser presidente de Venezuela. Culminó su alocución: “Esta es una visión mesiánica y medio loca de la oligarquía”.
En Venezuela crece con fuerza la semilla de Mandela. Un apartheid real. País dividido, polarizado, sojuzgado por una casta de soberbios corruptos que utiliza la riqueza, recursos petroleros del pueblo, a favor de pocos dominantes guiados por la deteriorada, obsoleta y cruel dictadura caribeña.
Y, tal vez, en sus desvaríos, in-Maduro acaba de acertar: al igual que Mandela en Sudáfrica, el venezolano Leopoldo López Mendoza podría estar construyendo dentro de limitadas cuatro paredes, fría piedra, el renacer de la Venezuela auténtica.