El comercio depende de los márgenes de intermediación, constituidos por la diferencia entre el precio de compra y el de venta de los productos. Conforme más competitivo sea un mercado, más bajos serán los márgenes, pues quien opte por vender demasiado caro se quedará sin compradores y quien quiera pagar menos que el precio de mercado no encontrará proveedores. Por eso las políticas públicas procuran promover la máxima competencia.
En un mercado competitivo, el margen de equilibrio equivale a la suma de los costos en que incurren los vendedores, bajo condiciones de eficiencia, más una ganancia razonable. Por el contrario, cuando operan condiciones cercanas al monopolio, un vendedor único puede explotar a los compradores y obtener ganancias elevadas.
Un mercado importantísimo en una economía como la costarricense —abierta al comercio mundial y a los flujos financieros— es el de divisas, fundamentalmente constituido por el del dólar estadounidense. La semana pasada informamos sobre algunas interesantes observaciones del Banco Central de Costa Rica en su Informe de Inflación Diciembre 2017 (“Central advierte sobre alto margen cambiario del dólar”, 3/1/2018).
En efecto, el capítulo 2 de ese informe muestra el comportamiento del margen de intermediación cambiaria (MIC) en Costa Rica entre enero del 2009 y setiembre del 2017. El MIC equivale a la diferencia entre el precio de venta y el de compra del dólar estadounidense, la cual puede expresarse utilizando promedios de los tipos anunciados (MIC anunciado) o los que resultan de las transacciones efectivas (MIC efectivo). Un primer hecho mostrado por el informe es que los MIC, tanto anunciados como efectivos, se han venido achicando en términos relativos durante el período objeto de análisis, lo cual constituye una buena noticia.
También es de notar que el MIC anunciado es casi el doble del MIC efectivo, es decir, el que a fin de cuentas importa. Esto tiene su explicación en las economías de escala que llevan a los bancos a reconocer precios más favorables a los clientes con que transan cantidades más elevadas, lo cual es lógico y permitido por la normativa específica. También muestra el documento del Banco Central que las operaciones hechas durante las horas hábiles aparejan márgenes más bajos que las efectuadas en horas de la noche, cuando la competencia se reduce.
Otro asunto sobresaliente es que los MIC (tanto los anunciados como los efectivos) son considerablemente más elevados en los bancos estatales que en los privados. Esto puede obedecer a que los primeros participan en muchas operaciones de compraventa de divisas por bajos montos, a que toman ventaja de su presencia un tanto oligopólica en las zonas rurales o a alguna otra causa. El informe no profundiza en ese punto, pero conviene que en el futuro el Banco Central lo haga.
También presenta el Banco Central un gráfico que, con información del periodo enero-noviembre del 2017, muestra los MIC efectivos (expresados como proporción de los precios de compra) en operaciones de compraventa de dólares estadounidenses en trece países latinoamericanos. La comparación concluye que Costa Rica opera con el margen de intermediación más alto después de Bolivia, lo cual es preocupante. El Banco Central no indica la metodología utilizada para hacer la comparación y es posible, como señalan varios banqueros entrevistados, que buena parte de la diferencia se deba al impuesto del 25 % sobre el margen cambiario bruto correspondiente al propio BCCR.
Por la importancia de este último tema, también es necesario que el equipo técnico del Central se aboque cuanto antes a la preparación de un estudio comparativo formal, más amplio, que, entre otras cosas, haga explícitos los supuestos y las fuentes de información utilizadas y sirva de base para una discusión con fines normativos.