La falta de armonización de los procedimientos y normas aduaneras entre países tan pequeños y limítrofes como los del istmo centroamericano es injustificable.
Guatemala y Honduras han tomado la delantera en la unificación de sus aduanas. Costa Rica dice tener la “meta” de hacerlo hasta el 2023. La tardanza es una lástima.
En la Europa de la Edad Media, la libertad de ocupación y la de comercio estuvieron severamente restringidas para complacer el interés de gremios específicos, no el interés general. Operaban muchas monedas, muchas medidas de capacidad y de peso y normas sobre los productos; también altos aranceles que los comerciantes debían pagar a la entrada de prácticamente todas las ciudades. No había plena libertad de ocupación, pues se esperaba y estimulaba que el hijo del panadero, cuando adulto, fuera también panadero.
Pocos miembros de la sociedad se habían percatado del aumento en el bienestar si permitían un comercio más fluido entre pueblos y si favorecían la libertad de ocupación, que no impidiera a las personas dedicarse a lo que pudieran hacer con mayor ventaja. El dictado laissez faire-laissez passer (“dejad hacer, dejad pasar”) operó como guía de la Revolución Industrial, con los dolores de parto usuales en este tipo de asuntos. La primera parte de la frase simbolizó la libertad de ocupación y de empresa; la segunda, la de comercio.
Pero el comercio internacional todavía enfrenta obstáculos de creación humana. Uno de ellos, la falta de armonización de los procedimientos y normas aduaneras entre países tan pequeños y limítrofes como los del istmo centroamericano. El camino a la unión aduanera requiere, en palabras del ministro de Comercio Exterior de Costa Rica, Alexander Mora, de la modernización de los pasos fronterizos terrestres, uso de modernas tecnologías, “integración y armonización de los sistemas de cómputo y poner en marcha una gestión integrada de fronteras basada en la facilitación del comercio y la inspección fiscal”.
Las enormes colas de vehículos que en todo momento se observan en las aduanas fronterizas son señal de que el proceso anda mal. La observación del ministro es pertinente, pero, a la vez, casi de Perogrullo, porque si un país opera con sistemas y procedimientos aduaneros diferentes al de sus vecinos, eso representa un serio obstáculo para el flujo comercial, difícil de justificar a estas alturas del siglo XXI.
La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) ha estudiado cómo la facilitación del comercio contribuye al crecimiento económico. Parte, entre otras, de la idea de que las trabas al comercio exterior operan como un arancel, que en el caso de Costa Rica, en promedio, equivale a casi el 25% del valor de los productos. Eso eleva innecesariamente el precio de todo lo que se importe y exporte entre los socios centroamericanos y le resta competitividad a las empresas domésticas respecto a muchas de fuera del área, cuyos productos, por utilizar la vía aérea o marítima, pueden ingresar a nuestros mercados de forma más barata.
La remoción (o al menos la reducción significativa) de los actuales obstáculos al comercio interregional se manifestarían en mayor nivel de importaciones y exportaciones, mejora en la recaudación fiscal, aumento en el empleo y aceleración del crecimiento económico de los países del Istmo. El crecimiento marginal (adicional) del producto interno bruto (PIB) atribuible a reformas que faciliten el comercio con los demás socios de la región podría rondar el 1,8%, cifra que es muy atractiva.
Guatemala y Honduras han tomado la delantera en la unificación de sus aduanas. Costa Rica dice tener la “meta” de hacerlo hasta el 2023. Es una lástima, dado el gran costo de oportunidad de la demora. Es una pena que, por tratarse de un proyecto que supera la vida de una administración, a estas cosas se les asigne tan poca importancia. Es obligación de la administración Solís dejar aprobada y anunciada una clara hoja de ruta en esta materia tan principal.
El sector privado, exportador e importador, por medio de sus cámaras, puede tomar el papel de servir de secretaría ejecutiva del programa de modernización y unificación de aduanas conforme lo recomiendan las mejores prácticas. Lo que no procede es posponer más este reto.