El alza en las tasas de interés decretada por la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), la semana pasada, era esperado y, de alguna forma, había sido descontado por el mercado, pero sus efectos no se han sentido en su totalidad. ¿Qué implicaciones tendrá para las economías pequeñas y abiertas como Costa Rica?
Aunque el ajuste fue relativamente pequeño –25 puntos base–, marca el fin de la política monetaria acomodaticia y la reanudación de sucesivos aumentos en las tasas de interés (el primero fue en diciembre del 2015). En los próximos meses, la tasa de política monetaria ( Fed funds ) se moverá entre 0,50% y 0,75%, lo cual significa que seguirá siendo una tasa negativa en términos reales, comparada con una inflación superior al 1%. Pero la Fed dejó claro en su reunión que en el 2017 probablemente hará tres ajustes similares, por lo que el rango superior de esa tasa a corto plazo se ubicará alrededor de 1,5% anual.
Los mercados ya comenzaron a reaccionar. Bancos como J.P. Morgan Chase, Wells Fargo y Bank of América anunciaron que ajustarían su prime rate de 3,50% a 3,75%, lo que afectaría no solo nuevas colocaciones, sino saldos existentes vinculados con la prime rate. Mayores tasas de interés en Estados Unidos han tenido, y tendrán, su impacto en las cotizaciones de monedas, particularmente el dólar, que ha continuado su carrera ascendente. Frente al euro, el dólar llegó a cotizarse a 1,03 el viernes pasado, pero se apreció también frente a otras monedas, particularmente las de países con fuertes nexos comerciales con EE. UU., como México. Los precios de títulos de renta fija, como los bonos de Gobierno, también se han debilitado, pues los inversionistas exigen ahora mayores rendimientos. El bono gubernamental a 10 años emitido por EE. UU. rinde ahora 2,53 anual%.
En Costa Rica, el incremento en las tasas externas de interés repercutirá directamente entre los deudores en dólares, que representan un 40% del total de crédito, afectará el financiamiento externo de entidades bancarias y comerciales y el costo de nuevo títulos soberanos. Aunque aún no se han reflejado en las tasas de interés (salvo en los rendimientos efectivos de los bonos soberanos que están más ligados al mercado financiero internacional), es muy probablemente que lo hagan próximamente, sujeto a ciertas consideraciones.
Primero, el ajuste de la Fed fue muy pequeño y las alzas anunciadas solo se implementarán gradualmente, por lo que no es de esperar incrementos fuertes en el país. Segundo, las variaciones en las tasas de interés en dólares y colones responderán a las condiciones intrínsecas del mercado local, incluyendo condiciones de oferta y demanda de recursos, la política monetaria del Banco Central y las consabidas distorsiones que afectan el mercado financiero. Tercero, es probable que las tasas de interés en dólares se ajustarán más rápidamente en Costa Rica que sus contrapartes en colones. La razón es obvia. Esas tasas son mucho más bajas y sus niveles se asemejan más a los prevalecientes en Estados Unidos. Cuarto, la diferencia entre las tasas en dólares y colones es muy amplia y, por esa razón, el porcentaje de ajuste en colones será menor.
Creemos, en resumen, que ya se inició el prolongado proceso de ajuste en las tasas de interés, que en nuestro país será matizado por condiciones propias del mercado local, como las posibilidades de financiamiento del desequilibrio fiscal y las expectativas de inflación y devaluación, que también incidirán en las tasas de interés del mercado costarricense, particularmente en colones.
Además, hay en el horizonte otros factores externos que podrían complicar las cosas, como las eventuales restricciones al comercio internacional, tarifas a la importación de productos provenientes de otros países y una eventual reducción de impuestos anunciada por la nueva administración en los Estados Unidos. Y de ahí surge una pregunta fundamental: ¿Qué podemos –o debemos– hacer en Costa Rica para mitigar esos impactos?
Hugo Beteta, de la Cepal, fue uno de los primeros en visualizar el impacto y la cura: La Fed nos está mandando una señal de que el ambiente externo está cambiando y hay que prestarle atención al balance fiscal. Tiene toda la razón. En el caso nuestro, si se redujera el desequilibrio fiscal, bajaría la presión del financiamiento interno en el mercado financiero y bajarían las tasas de interés, particularmente en colones. Pero se puede hacer más. Es hora de plantear una reforma a todas las distorsiones que afectan el mercado financiero, incluidas las de carácter impositivo, que encarecen el costo del dinero. De esta forma, se mitigarían los efectos de los incrementos que se avecinan en las tasas de interés.
La buena noticia es que la Fed, al aumentar sus tasas de interés, reconoció que la economía estadounidense ha mejorado, y eso podría impulsar las exportaciones de los países en desarrollo, incluido el nuestro.