El ministro de Seguridad Pública, José María Tijerino, interpreta con acierto el sentir nacional cuando insiste en la necesidad de nombrar a un funcionario decidido, firme e independiente para sustituir al fiscal general Francisco Dall´Anese, quien dimitió para asumir la conducción de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala.
“La figura del fiscal es fundamental y tiene que ser independiente. Sin un fiscal fuerte e independiente, no puede haber un sistema que funcione. Al Gobierno y a este Ministro le preocupa que el próximo fiscal sea débil”, dijo Tijerino en una declaración esperanzadora por lo que tiene de compromiso con el recto ejercicio de su propio cargo. Si el ministro de Seguridad aboga por esas cualidades en la figura del fiscal, no podrá hacer menos en el desempeño de sus tareas.
El Ministro ya ha dado muestras de una gestión ponderada, pero firme y decidida. No hay otra forma de entender la franqueza con que descorrió el velo de las deficiencias existentes en la Fuerza Pública y su rechazo al juego político de las falsas expectativas en relación con la caída de los homicidios en Limón. Las cualidades sugeridas por él para la figura del fiscal renuevan el compromiso del Ministro con el bien común y también la confianza en él depositada.
La decisión, sin embargo, está en manos de la Corte. Es, como dijo su presidente, Luis Paulino Mora, una delicada tarea a cumplir en un ambiente sereno y reflexivo, en el marco de la independencia otorgada al Poder Judicial por el constituyente. En nada menoscaba esa independencia escuchar el clamor de la ciudadanía, la prensa y ahora, también, del Gobierno. Son todas expresiones de reconocimiento a la gravedad de la decisión y, también, manifestaciones de preocupación por la posibilidad de un desacierto.
El presidente de la Corte expuso su posición en un artículo publicado en estas páginas, titulado Tradición de responsabilidad en los nombramientos. Allí, el Dr. Mora ofrece como garantía de futuros aciertos el éxito de nombramientos pasados y atribuye al Ministerio Público, desde su creación, “'una lucha férrea contra la corrupción y la impunidad en general”. Hubo buenos fiscales en el pasado, pero atribuir al Ministerio Público una “constante” histórica de dinamismo y diligencia es una exageración. Es precisamente en vista del pasado por lo que existe preocupación de un posible retroceso.
El propio Tijerino, elogiado por el Dr. Mora en razón de su desempeño en la jefatura del Ministerio Público entre 1990 y 1995, hizo alusión a los fracasos de otros tiempos: “Cuando se ha buscado a una persona complaciente, no ha dado resultado”.
Expresar estas preocupaciones no constituye una invasión de la independencia del Poder Judicial. Nadie ha mencionado nombres, sino aspiraciones que es de esperar sean compartidas por la Corte. Por ejemplo, el magistrado Carlos Chinchilla, miembro de la Comisión de Nombramientos, señaló su acuerdo con las declaraciones de Tijerino y formuló idénticos deseos: “El fiscal general debe ser una figura que imponga respeto' En ese sentido, tiene razón el ministro Tijerino' No podemos tener un fiscal sin carácter, sino uno que no tenga miedo de enfrentar situaciones difíciles”.
En el mismo sentido, Fernando Cruz, también magistrado y ex jefe del Ministerio Público, hace hincapié en el común denominador de las preocupaciones hasta ahora expresadas: la necesaria voluntad de perseguir el delito de cuello blanco y la corrupción administrativa: “Siempre he pensado que el fiscal general es políticamente vulnerable, salvo que adopte el camino fácil de concentrarse en la persecución del delito convencional”.
La fidelidad a estas aspiraciones, expresadas dentro y fuera de la Corte, es mejor garantía de acierto que un historial de nombramientos no siempre afortunados.
En la compleja y muy cambiada Costa Rica del siglo XXI, poco tardaremos en saber si la Corte acertó con la designación. Por bien del país, que así sea.