La temporada alta de turismo, que se inicia en noviembre y termina en abril, comenzó con buenos augurios. Si a ellos se suma el favorable comportamiento que ha tenido hasta ahora el ingreso de extranjeros al país, es posible suponer que, nuevamente, el aporte de este sector a la economía nacional será robusto y podrá convertirse en un punto de apoyo para avanzar hacia la necesaria reactivación económica.
El 29 de octubre, un Boeing 787 Dreamliner, de la aerolínea holandesa KLM, con capacidad para 294 pasajeros, aterrizó por primera vez en el aeropuerto Daniel Oduber para inaugurar la ruta Ámsterdam-San José-Liberia-Ámsterdam. Hará cuatro vuelos semanales, que se mantendrán hasta finales de marzo del próximo año. El 1.° de noviembre, la compañía estadounidense de bajo costo JetBlue, que ya vuela diariamente hacia Orlando y Fort Lauderdale, en Florida, abrió una ruta directa desde Nueva York, de tres viajes semanales en un Airbus A320 para 150 pasajeros.
El sábado 2 arribaron a Limón dos cruceros —uno de ellos es el más grande que ha atracado en ese puerto— y en conjunto trajeron 5.757 pasajeros y 2.650 tripulantes. Anualmente, han ingresado alrededor de 200.000 turistas por la terminal de la Junta de Administración Portuaria y de Desarrollo Económico de la Vertiente Atlántica (Japdeva), pero uno de los objetivos de la presidenta ejecutiva, Andrea Centeno, es incrementar esa cifra como parte de la nueva visión de negocios de la institución. Si bien la permanencia de esos pasajeros en el país es muy corta, genera apreciables ingresos y dinamiza la economía regional.
Se ha anunciado, además, el avance en la construcción de nuevos hoteles, entre ellos tres en el polo de desarrollo de Papagayo: Ritz-Carlton, Six Senses y Pinamar Beach Resort.
A lo anterior se añade que, según datos del Instituto Costarricense de Turismo (ICT), en el primer semestre de este año, el ingreso de turistas por todas las vías fue un 3,9 % mayor que en el mismo período del pasado año, para un acumulado absoluto de 1.725.963. Si proyectamos linealmente esta tendencia, es posible que concluyamos el año con poco más de 3,5 millones.
Todo lo anterior evidencia la relevancia del turismo, uno de los componentes de nuestra dinámica exportación de servicios, para la economía nacional. Su desempeño ha superado con creces otros sectores, con una conveniente ventaja adicional: es una actividad intensa en el empleo de recursos humanos y, por la diversidad de nuestra oferta, el predominio que tienen en ella las actividades pequeñas y medianas, y su particular desarrollo fuera del Valle Central, genera un efecto muy extendido, que permea en diversos campos.
Una actividad no será capaz, por sí sola, de reactivar la economía. La tarea de lograrlo es muy compleja y debe tomar en cuenta gran cantidad de variables, no solo “duras”, como la estabilidad macroeconómica, el acceso al crédito, las inversiones, la pertinencia de las ofertas, la solidez de la demanda y la productividad, sino también “blandas”, entre ellas la confianza y las expectativas de empresarios y consumidores. Sin embargo, por ser el turismo un sector con tanto peso en el producto interno bruto local y tener múltiples encadenamientos productivos, se constituye en un fundamental desencadenante de amplio impacto potencial, tanto desde la dimensión objetiva de los ingresos y el empleo, como desde la subjetiva, que alimenta las percepciones de actores económicos clave.
Esperamos que así ocurra y que, junto con acciones concretas en otros ámbitos, esta temporada alta de turismo potencie una época de mayor crecimiento económico nacional.