La decisión de no tomar decisiones alcanzó diversos ámbitos de la gestión pública durante la última administración. Quizá su manifestación más notable fue la parálisis en materia fiscal porque el gobierno se limitó a insistir en la generación de nuevos ingresos pese a las justas exigencias opositoras de actuar, además, sobre el gasto.
La inacción causada por el deseo de evitar temas polémicos también repercutió sobre la infraestructura, como quedó claro con el olvido, durante dos años, del proyecto de ampliación de la carretera a Caldera, colmada por el intenso tráfico desde el día de su inauguración.
Globalvia, actual concesionaria de la carretera, propuso un plan de ampliación en el 2014 y el Consejo Nacional de Concesiones lo sometió a estudio de una comisión técnica integrada por el Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos, la Cámara Costarricense de la Construcción, el Laboratorio Nacional de Materiales y Modelos Estructurales (Lanamme) y el Consejo Nacional de Vialidad. Terminado el análisis, todo pasó a una gaveta.
La ruta es una de las principales arterias del país y siempre fue objeto de polémica. Existe gracias al modelo de concesión aplicado para construirla, pero la demonización de la figura, promovida por el Partido Acción Ciudadana antes de su primer ejercicio presidencial, creó riesgos políticos para quien insistiera en aplicarla a la ampliación, aunque el país no cuenta con recursos para hacerla de otra manera.
Así, las observaciones de la comisión técnica no han sido analizadas y mucho menos resueltas. En el kilómetro 44, entre Atenas y Orotina, una grieta atraviesa la carretera, se expande día con día y desestabiliza el terreno. La comisión pidió resolver ese grave problema antes de emprender la ampliación, pero la gaveta adonde fueron a parar las recomendaciones no propició avances.
La elaboración de estudios geotécnicos y estructurales, las proyecciones de tránsito y el examen de taludes inestables también están entre las tareas por emprender cuando las observaciones de la comisión técnica salgan del archivo. Los dos años son tiempo completamente perdido. Cuando se le consultó a Carlos Valverde, gerente de proyecto del Consejo Nacional de Concesiones, sobre la falta de atención a las recomendaciones, prefirió abstenerse de comentar y refirió a la nueva secretaria técnica, nombrada hace apenas una semana.
El ministro de Obras Públicas y Transportes, Rodolfo Méndez Mata, promete iniciar las conversaciones con Globalvia antes de cumplir cien días en el gobierno. Las recomendaciones archivadas son un insumo fundamental para orientar las negociaciones, que también deberán producir acuerdo sobre la ampliación de los puentes, porque el Estado ya los había construido cuando se dio la concesión inicial.
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La decisión del nuevo gobierno es esperanzadora. Implica cabal comprensión de la importancia de la carretera y tiene aparejado un sentido de urgencia muy distinto. Tampoco hay temor de hablar con la concesionaria para ejecutar la obra con su concurso si se logra un acuerdo satisfactorio. Es imposible saber si se darán las condiciones para la nueva contratación mientras el proyecto y las recomendaciones de la comisión técnica estén archivados.
La nueva administración hace bien al poner manos a la obra, sin temores infundados, con el realismo y sentido de responsabilidad necesarios. Probablemente, habrá polémica, pero el deber del gobierno es enfrentarla, tomar lo bueno del intercambio de opiniones y, luego, ejercer el liderazgo.