Editorial: Riesgo para el comercio internacional

El narcotráfico, además de causar estragos en la salud pública y la seguridad ciudadana, amenaza las exportaciones. Con justa razón, los productores de piña manifiestan su preocupación y exigen la adopción de medidas eficaces para combatir el contrabando de drogas utilizando las exportaciones legítimas como caballo de Troya.

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En dos semanas, las autoridades de Costa Rica, Estados Unidos y España detectaron cargamentos de cocaína disimulados en contenedores con piña de exportación producida en nuestro país. La droga pesa en total 245 kilos y se dirigía a tres mercados diferentes de Europa y América del Norte.

El 14 de agosto, nuestras autoridades encontraron 133 kilos escondidos en una carga de fruta destinada a Irlanda. El 22 de agosto, la Policía del estado de Delaware halló otros 45 kilos en el fondo de cajas de cartón corrugado empleadas para empacar piña y, cuatro días más tarde, las autoridades de la capital española encontraron 67 kilos en frutas rellenas con cilindros de droga de entre 800 gramos y un kilo cada uno.

El narcotráfico, además de causar estragos en la salud pública y la seguridad ciudadana, amenaza las exportaciones de cuyo tránsito expedito depende buena parte de la economía nacional. Las demoras por inspección, especialmente en el extranjero, pueden dar al traste con un embarque de perecederos o demorar la entrega a comerciantes urgidos de proveedores puntuales y confiables.

La entrega a tiempo es indispensable aun en el caso de productos no perecederos, porque de ella depende la oportuna comercialización en el extranjero. La revisión adicional de los embarques sospechosos implica, en sí misma, costos que se suman a las entregas tardías para restar competitividad al producto nacional.

Por eso, los productores de piña manifiestan su preocupación y exigen la adopción de medidas eficaces para combatir el contrabando de drogas utilizando las exportaciones legítimas como caballo de Troya. No solo se trata de combatir el crimen organizado y sus efectos sobre la sociedad, sino, también, de defender la economía de un país orientado hacia los mercados internacionales. Costa Rica envía al extranjero 2.000 contenedores de piña por semana. Las ventas están valoradas en $424 millones, solo superadas por los $507 millones generados por la exportación bananera.

Los tres cargamentos decomisados en las últimas semanas viajaron en contenedores con piña, pero ningún producto de exportación está a salvo. A mediados del 2009, la Policía de Yucatán, México, descubrió 894 kilos de droga ocultos en los estómagos de decenas de tiburones congelados y embarcados en Caldera, Puntarenas. El año pasado, la Policía nacional decomisó otros 727 kilos de cocaína destinados a Amberes, Bélgica, en un furgón cargado con palmito, y lo mismo ha ocurrido con muchos otros productos y destinos. Bananos, chayotes y plantas ornamentales, para solo mencionar perecederos, están entre los bienes afectados en algún momento.

Costa Rica no puede darse el costoso lujo de crear mala fama. Los productores de piña exigen la reactivación de programas de inspección in situ abandonados durante la pasada administración por el Ministerio de Agricultura y Ganadería. También piden un riguroso registro de exportadores habituales y ocasionales porque en nuestro mercado aparecen compradores extranjeros sin vínculos con la industria local.

El Ministerio de Comercio Exterior y la Promotora de Comercio Exterior (Procomer) deben tomar el liderazgo de un esfuerzo nacional en conjunto con las organizaciones de productores y otras entidades privadas, como la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (Cinde), que en su momento desplegó esfuerzos de capacitación para productores, transportistas y exportadores. La intensificación de las medidas de seguridad no puede ser pospuesta. Es más fácil preservar la confianza que recuperarla.