La administración tributaria lucha con todos los medios a su disposición para reducir la evasión de tributos porque no solo priva de recursos legítimos al fisco, sino que también crea una competencia desleal, de quienes no cumplen sus obligaciones tributarias en perjuicio de quienes sí lo hacen. Pero con frecuencia se utilizan las palabras evasión y elusión como si fueran sinónimas y hasta se afirma, para el caso de Costa Rica, que la suma de una y otra representa un monto equivalente al 6 % del tamaño de la economía, medida por el producto interno bruto (PIB).
No se trata de lo mismo, pues quien elude recurre a medios legales para evitar actividades sujetas a impuestos evitables. Quien compra un vehículo automotor sencillo, en vez de uno lujoso sujeto a un impuesto mayor, elude (evita) impuestos. Si por alguna razón el vino de California estuviera sujeto a un tributo del 50 % y uno similar de Francia pagara un 20 %, no sería de extrañar que muchos amantes de esa bebida opten por vinos de Burdeos en vez de Napa.
La elusión sucede cuando la ley deja abiertas oportunidades para evitar impuestos y también cuando las tasas sobre bienes y servicios similares son significativamente más elevadas en un país que en otro. Si en uno el impuesto sobre la renta empresarial es del 35 % o 40 % a partir de utilidades superiores a los $100.000 y en otro la tasa es del 20 %, muchas empresas harán lo posible para domiciliarse en el segundo país porque, a fin de cuentas, a los emprendedores les interesa la utilidad después de impuestos.
De igual forma, un impuesto demasiado elevado sobre las transacciones financieras estimula a personas físicas y jurídicas a recurrir a pagos en dinero efectivo, en vez de realizarlos mediante plataformas electrónicas.
Una de las obligaciones de los directores y gerentes de las empresas es buscar la forma de optimizar las utilidades de sus representadas. Por eso, escogen como domicilio fiscal las regiones donde el costo de la mano de obra (salarios y cargas sociales) y el de otros factores, como alquileres, energía eléctrica y servicios portuarios, sean más bajos y tengan la misma calidad.
La calidad de los servicios no suele ser idéntica en todos los casos, y un emprendedor puede encontrar rentable ubicarse donde la mano de obra sea más calificada o la infraestructura física mejor. Esa es la razón por la cual un reto estratégico para el Estado es coadyuvar a elevar la calidad de la educación, comenzando por la población joven, y mejorar la infraestructura necesaria para producir.
En Costa Rica, el Ministerio de Economía, Industria y Comercio lleva a cabo periódicamente investigaciones sobre los precios de los uniformes escolares y los ingredientes para producir los tamales navideños, e insta públicamente a los consumidores a averiguar dónde son más baratos. En esos casos, el impuesto sobre el valor agregado (IVA) pagado por los compradores también resulta más bajo a consecuencia de un tipo de elusión.
Los sistemas tributarios mal diseñados, o distorsionadores, hacen que las empresas busquen, por todos los medios legales, la forma de eludir las cargas evitables. En eso consiste la planificación tributaria. Por ende, en toda reforma tributaria es necesario tener presente la elasticidad de diversas actividades a las tasas impositivas y a los hechos generadores, pues podrían enviarse mensajes indebidos al sector empresarial y a los consumidores, que terminan socavando la economía y minando la propia recaudación tributaria.
Los sistemas tributarios eficaces se construyen a partir de pocos impuestos, fáciles y baratos de administrar y con alta capacidad recaudadora, porque los hechos generadores y las tarifas no se desvían de las vigentes en entornos similares. Es necesario tenerlo en cuenta durante la elaboración de la propuesta definitiva para el Fondo Monetario Internacional.