Editorial: Pandemia de desinformación

Absurdas teorías difundidas en las redes sociales sobre la tecnología 5G y su supuesta relación con el coronavirus causan ataques contra equipos y trabajadores de las telecomunicaciones.

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En quince días, el Reino Unido atestiguó más de cien ataques contra equipos de telecomunicaciones y personal técnico del sector. En ese país, y en el mundo, miles de personas están convencidas de una extraña relación entre el coronavirus y la tecnología 5G, sobre la cual descansan expectativas de incontables beneficios. El vínculo no existe, pero, según los impulsores de la teoría de la conspiración en las redes sociales, las ondas debilitan paulatinamente el cuerpo y lo hacen más vulnerable. El virus aprovecha esa debilidad y el resultado es la pandemia.

También podemos volver los ojos a las redes sociales para explicarnos por qué las calles de algunos países comienzan a llenarse de animalitos domésticos abandonados. Son víctimas, especialmente los gatos, de una teoría sin base científica sobre la transmisión del coronavirus de ellos a los seres humanos. Hay muy contados casos de contagio en la otra dirección, de seres humanos a animales, pero la ciencia no encuentra motivos para temer lo contrario. La página del prestigioso Centro para el Control de las Enfermedades de los Estados Unidos lo explica con meridiana claridad, pero eso no mueve a los más crédulos, capaces de aceptar cualquier cosa menos la verdad.

Las mentiras y teorías de la conspiración difundidas por Facebook, WhatsApp y YouTube no se quedan en el ciberespacio. Escapan de él para hacerse reales en sus consecuencias. Son llamados a la acción para individuos —como el autor del atentado contra una pizzería de Washington donde Hillary Clinton y sus allegados supuestamente traficaban menores— o para comunidades enteras, como las responsables del linchamiento de forasteros en la India como respuesta a denuncias de robo de niños difundidas por WhatsApp.

Son capaces de influir en la conducta de amplios sectores sociales para subvertir elecciones democráticas y erosionan la confianza en las instituciones. Los cuerpos de inteligencia no pasan por alto su utilidad para debilitar al rival y, en la ola de teorías de la conspiración sobre las redes 5G, autoridades occidentales dicen haber detectado intervención rusa.

La nueva generación de tecnología de telecomunicaciones ofrecerá grandes ventajas competitivas a los países capaces de llegar primero y extender redes por todo el mundo. Estados Unidos y China compiten en ese campo con ferocidad. Así, lo demuestran los esfuerzos diplomáticos estadounidenses en Europa y otras regiones del planeta para evitar la contratación de tecnologías producidas en el gigante asiático.

Si la pugna tecnológica global desempeña algún papel en la difusión de teorías de la conspiración sobre las redes 5G, otras falsedades, como la que victimiza a los animales domésticos, parecen producto de malsana diversión, inconsciencia o, simplemente, maldad. En algún momento, personas incapaces de hacer daño a un animalito se prestan para difundir los mensajes sin prever el terrible efecto sobre millones de mascotas. Muchos también difunden las tonterías sobre las redes 5G sin preguntarse si están siendo instrumentalizados y sin terminar de dar crédito a la “información” retransmitida.

Los efectos van mucho más allá de causar espontáneos actos de violencia y subvertir instituciones útiles. Julian Knight, parlamentario británico a la cabeza de una comisión creada para investigar la desinformación sobre el coronavirus en la Internet, prevé serios problemas cuando se logre desarrollar una vacuna. Las falsas teorías sobre la vacunación y sus efectos son comunes en las redes sociales. Miles de personas rehúsan inocularse por temor al autismo y otros males sin relación con las vacunas. Así, ponen en peligro sus vidas, las de sus familiares y las de su comunidad. Knight pide a las grandes empresas de la Internet controlar la situación para no debilitar la respuesta a la pandemia. Ojalá, ahora sí, encaren el daño que son capaces de causar.