Bancos y otras entidades financieras experimentan un considerable aumento de la morosidad entre deudores con ingresos en colones y créditos en dólares para compra y construcción de vivienda. La mora por encima de los 90 días pasó del 2 % de la cartera total, a mediados del 2016, al 3,5 % a julio de este año. Según las autoridades financieras, los préstamos denominados en colones no han sufrido el mismo deterioro. Los incrementos en las tasas de interés internacionales —como la libor y la prime—, las cuales se usan como referencia, aunque modestos, explican parte de la desmejora, como también los últimos aumentos en el tipo de cambio.
Para minimizar riesgos, los expertos recomiendan a los demandantes de crédito buscar opciones en la moneda de sus ingresos. Si recibe ingresos en colones, también las obligaciones deberían estar en colones. Sin embargo, en Costa Rica, varios factores inducen a endeudarse en dólares, aunque los solicitantes del crédito no sean generadores de divisas: el primero es que la tasa de interés en dólares es significativamente más baja; la otra, que el tipo de cambio se ha mantenido relativamente estable por mucho tiempo.
Como el costo del endeudamiento en dólares ha sido más bajo, en general, la causa del aumento de la morosidad al parecer reside en otro lado y es posible que la falla esté en los propios entes financieros proveedores de crédito. Por un lado, al analizar la capacidad de pago de un potencial deudor, el servicio de la deuda (pago de intereses, principal y seguros) no debería superar un tercio del ingreso del solicitante. De lo contrario, el riesgo aumenta, pero un estudio de la Asociación Bancaria Costarricense determinó, en el caso de deudores empleados públicos, que el servicio de la deuda llegó a constituir un 48 % de los ingresos. En otras palabras, los propios bancos coadyuvaron al sobrendeudamiento de muchos clientes.
Además, durante el análisis de una solicitud de crédito, toda entidad financiera debe efectuar pruebas de estrés para asegurarse de que el potencial deudor no entrará en problemas de pago si, por ejemplo, el tipo de cambio se elevara en un 5 % o un 10 % o si la tasa de interés experimentara alzas similares. Si por la mínima variación el solicitante entra en problemas, es señal de exceso en el monto del crédito. En efecto, según Bernardo Alfaro, jerarca de la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef), los préstamos para vivienda por encima de los $200.000 han demostrado ser particularmente problemáticos, señal de estar muy cerca del nivel donde comienza el sobrendeudamiento.
Los préstamos para vivienda son bastante seguros para los bancos y otras entidades financieras porque cuentan con garantía real, y la experiencia indica que los deudores hacen todo lo posible por honrarlos y no se arriesgan a perder sus casas. Pero la tentación al sobrendeudamiento es alta y si las entidades financieras no son cuidadosas contribuirán a incrementar el riesgo de mora.
Quienes andan en busca de un préstamo también deben conocer su capacidad crediticia. No es prudente aspirar a poseer viviendas de alto valor o vehículos de lujo, entre otros bienes, si los ingresos no alcanzan, pues cuando se produzca la menor variación de alguno de los factores determinantes de la capacidad de pago —pérdida del empleo o aumento del tipo de cambio o de la tasa de interés— estarían en situaciones difíciles y sufrirán “angustias” evitables desde un principio.
Por su parte, la Sugef debe verificar que no sean los propios bancos y otros entes financieros bajo su supervisión los que favorecen el sobrendeudamiento para procurar utilidades a corto plazo. La crisis del mercado hipotecario conocida como subprime (alto riesgo) fue generada, precisamente, porque se hizo caso omiso de muchas normas de prudencia al solicitar y conceder créditos.