Editorial: Ingreso de Costa Rica a la OCDE

El verdadero beneficio de ser miembro de la OCDE reside en mejorar el gobierno nacional y adaptarlo a las mejores prácticas.

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Costa Rica está a punto de conseguir su ingreso a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), destacado organismo de cooperación internacional fundado en 1961 y conformado, en la actualidad, por 37 países.

El objetivo de la OCDE es compartir políticas económicas y sociales para ayudar a ajustarlas a las mejores prácticas. Solo falta un par de formalidades —la firma del Acuerdo de Adhesión a la Convención de la OCDE y su ratificación por la Asamblea Legislativa— para alcanzar un objetivo que el país se había propuesto desde hace una década.

Las economías de la OCDE representan alrededor de cuatro quintas partes del producto interno bruto mundial y tres cuartas partes de la inversión total.

Nuestro interés de ingresar surgió en la administración Arias Sánchez y las primeras conversaciones formales ocurrieron durante la presidencia de Laura Chinchilla.

En ellas, participó activamente la entonces ministra de Comercio Exterior Anabel González. El esfuerzo continuó, con menos ímpetu, durante la administración de Luis Guillermo Solís.

La administración Alvarado Quesada encargó a la ministra de Comercio Exterior, Dyalá Jiménez, la coordinación de todo lo necesario para llevar a buen puerto la iniciativa y se fijó la meta de lograrlo en el 2020. El objetivo está a punto de cumplirse.

Es una meta del país, perseguida con diligencia por diversas administraciones, independientemente de las orientaciones políticas. Para llegar a este punto, fue necesario aprobar 22 exámenes.

Los paneles de la OCDE requirieron aprobar proyectos de ley para castigar las prácticas anticompetitivas y el soborno transnacional, depurar el sistema de estadísticas, asegurar la independencia del Banco Central y de los entes supervisores del sistema financiero, entre otros.

Así, conseguimos el voto unánime de los 37 miembros, sin el cual no habría sido posible el ingreso.

Algunos caracterizan a la OCDE como un club de países ricos, aunque, como se comprueba ahora, con la admisión de Costa Rica, ese no es necesariamente el caso.

En unas semanas, si todo ocurre en la forma prevista, Costa Rica será el cuarto país latinoamericano de la organización. Los otros son Chile, Colombia y México.

El verdadero beneficio de ser miembro de la OCDE reside en mejorar el gobierno nacional y adaptarlo a las mejores prácticas.

Como informó el presidente, Carlos Alvarado, el ingreso a la organización permitirá a Costa Rica participar en más de 300 comités y grupos de expertos que analizan temas de gran actualidad económica y social con el propósito de mejorar las políticas y prácticas de gobierno en los respectivos países. Ese es el gran beneficio de pertenecer a la OCDE.

Queda, entonces, trabajar con empeño para aprovechar la oportunidad y demostrar a la ciudadanía los beneficios tangibles de un gobierno democrático, administrado conforme con las mejores prácticas internacionales en pos del crecimiento económico y la sostenibilidad ambiental para beneficiar a todos los grupos sociales.

Hay mucha razón para alegrarnos por el anuncio de la OCDE, hecho por su secretario, Ángel Gurría, al presidente, Carlos Alvarado.

Nuestro reconocimiento a la labor sistemática de los gobernantes que han hecho esto posible, tanto desde el Poder Ejecutivo como desde la Asamblea Legislativa.

La labor del Congreso fue determinante y la comisión especial establecida para sacar adelante los proyectos de ley hizo una labor titánica con extraordinaria eficiencia. Sus integrantes de todos los partidos y su presidente, el diputado Jonathan Prendas, merecen nuestra gratitud.