“Tenemos que hacer más con lo que tenemos”, dice el presidente Carlos Alvarado al cierre del primer año de gobierno. Para no dejar espacio a malentendidos, descartó soluciones basadas en un aumento del gasto. A fin de cuentas, las declaraciones apuntan al incremento de la eficiencia y productividad del Estado.
En algunos casos, de acuerdo con el presidente, la solución está en el uso intensivo de la tecnología y la innovación. Por eso, su administración debería preocuparse más por el gobierno digital, cuya principal impulsora, Alicia Avendaño, más bien enfrenta un inexplicable intento de traslado a un cargo de categoría inferior en Radiográfica Costarricense, por puros celos burocráticos, según la información trascendida hasta ahora.
La administración de Luis Guillermo Solís descarriló uno de los avances fundamentales del gobierno digital: el sistema unificado de compras públicas. El tiempo perdido no puede ser repuesto, pero podríamos dejar de perderlo para hacer más con lo mismo, en línea con la aspiración del mandatario. La intensificación de la competencia y el freno a la corrupción son fuentes seguras de ahorro o ganancia, según se mire.
En la Asamblea Legislativa, hay un proyecto de creación de una agencia de gobierno digital. Hay objeciones, pero no se ha sentido la mano del Ejecutivo en la negociación y promoción de la iniciativa con las enmiendas que se consideren necesarias. Habría una institución más, es cierto, pero eso no contradice la voluntad presidencial expresada en la frase “no hay que cerrarlo todo, pero tampoco dejarlo como está”.
Así como es necesario dotar a la Policía de Tránsito de más oficiales, es imprescindible retomar el esfuerzo de digitalización. En la Caja Costarricense de Seguro Social, en la cual el mandatario reconoce la existencia de graves problemas, el expediente digital único tiene dos décadas de desarrollo y aunque la jerarquía de la institución asegura tenerlo en operación, todavía carece de elementos fundamentales de control, consulta en todo centro médico del historial del paciente y almacenamiento de exámenes, entre otros documentos cuyo manejo físico es ineficiente.
El expediente único es un estupendo ejemplo de la tecnología aplicada a hacer más con menos. Si los exámenes no se pierden, la institución ahorra lo invertido en repetirlos, si la entrega de medicinas se hace bajo más control, es posible disminuir el desperdicio. La lista de beneficios es tan larga como el tiempo transcurrido desde el primer anuncio de buenas intenciones.
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Pero el gobierno digital ha estado ausente del debate público en los últimos años y el primero de Carlos Alvarado no fue excepción. En su momento, la presidenta Laura Chinchilla emitió un decreto para exigir a las instituciones alinearse con la adopción del sistema de compras públicas y la Asamblea Legislativa fijó plazo para su ejecución en toda la administración. La Sala Constitucional hizo lo mismo con el expediente único en el área de la salud, pero han pasado cinco años de relativo silencio y el presidente Alvarado debe romperlo si en verdad aspira a hacer más con los mismos recursos.
La ruta de la digitalización encaja perfectamente con otro aspecto del reciente discurso presidencial. La reforma educativa —afirmó el mandatario— tiene como principal objetivo la adaptación y preparación de los jóvenes para la cuarta revolución industrial, basada en las nuevas tecnologías de inteligencia artificial, robotización y automatización. Esa reforma será tanto más difícil si el entorno, comenzando por el Estado, no contribuye con práctica y ejemplo a señalar el camino y a evidenciar los beneficios de transitarlo.