Editorial

Editorial: Grupos de presión se quitan las máscaras

El debate fiscal no solo confirma las pretensiones de los sindicatos tradicionales de la administración. También deja en evidencia a los ocupantes de los más altos cargos del Poder Judicial, con pocas excepciones.

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El análisis de la reforma fiscal —urgentemente requerida por el país— ha servido, entre otras cosas, para aclarar los principales móviles de diversos grupos de interés; unos más fuertes que otros. Una reforma de esta naturaleza no es una materia técnica solamente, a cargo de economistas o abogados. Los primeros podrían recomendar subir los impuestos en determinada magnitud (por ejemplo, un 2,2 % del producto interno bruto) y bajar gastos en el mismo monto. Los segundos darían su consejo profesional sobre la mejor forma de documentar la decisión, a fin de ajustarla a las disposiciones legales. Desafortunadamente, el asunto no es así de simple.








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