Del Grupo ICE, cuya información financiera mantiene en relativo secreto, pese a tratarse de una empresa pública de la cual los accionistas son todos los costarricenses, con demasiada frecuencia escuchamos malas noticias. Unas veces sobre plantas cuyo costo de construcción superó notablemente lo estimado y otras sobre esquemas indebidos de incentivos para funcionarios del Grupo, como las jugosas prestaciones pagadas a empleados trasladados de una empresa a otra del mismo ICE, es decir, sin cambio de patrón.
La más reciente —y muy preocupante porque pareciera explicar un manojo de fallas— es que, como grupo empresarial, el Instituto Costarricense de Electricidad carece de enfoque estratégico “que marque el direccionamiento estratégico durante el año 2019 y los años siguientes”, según reconoció nada menos que su auditora interna, Ana Sofía Machuca Flores. La revelación es muy seria, particularmente, porque el ICE administra una enorme cantidad de activos públicos y porque, si hay campos en los que necesariamente debe operarse con sentido decisivo para el desarrollo del país, es en los que tiene a su cargo dicha empresa estatal (“Auditoría dice que Grupo ICE carece de estrategia empresarial”, La Nación, 1/1/2019).
De acuerdo con los principios de administración, los cuales no son otra cosa que sentido común formalizado, toda empresa debe tener un horizonte de planeación definido por el tiempo que tome ajustar su escala de operación —o “escala de planta”, como también se le conoce—. Un verdulero quien se aprovisiona y vende a diario no necesita ver muy adelante. Pero una empresa como el ICE, sin competencia en el sector de energía, debe planear con mucho tiempo de anticipación el diseño y la construcción de plantas hidroeléctricas, so pena de incurrir en faltas muy caras para el país, como sería la producción de exceso de oferta de energía, recurrir a apagones o a importaciones caras de energía térmica.
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El ICE debe operar con un plan estratégico, cuyo horizonte mínimo ha de ser de cinco años y los planes anuales o presupuestos deben ser la contrapartida a corto plazo. Los planes estratégicos pueden ser generales —toman en cuenta la situación actual, fijan las metas a mediano plazo y las acciones clave para alcanzarlas— mientras los presupuestos deben ser concretos. No procede, en casos como el del ICE, hacer presupuestos anuales desvinculados de objetivos a plazos más largos porque eso llevaría a dar palos de ciego.
Lo que ha dicho al país la auditora Machuca Flores es que el Grupo ICE, en cierto sentido, vuela sin la ayuda de instrumentos. No existe un “alineamiento y relación de los objetivos definidos en los planes de negocios de las Direcciones Corporativas de Electricidad y Telecomunicaciones, Plan de Soporte de Negocios, Estrategia Empresarial de las Subsidiarias y el Plan Financiero Corporativo”. Eso es demasiado serio como para que la alta dirección (Junta Directiva y presidencia ejecutiva) y hasta el Consejo de Gobierno no tomen de inmediato cartas en el asunto.
El llamado de la auditoría interna del Grupo debe ser atendido en toda su dimensión. En las empresas, la auditoría se constituye en “los ojos y los oídos” de la junta directiva, de la junta de accionistas y de los dueños de la entidad. Está llamada a verificar la correcta actuación de la administración y, por supuesto, sus informes deben emitirse con toda libertad, sin el mínimo temor de represalias de ninguna índole por sus señalamientos. Lo que la administración debe hacer es responder a cada una de las quejas que la auditora ha manifestado y refutar, con la justificación técnica del caso, lo que proceda. En lo que coincida con las observaciones expresadas por ese órgano auxiliar de la Junta Directiva, la administración debe elaborar un plan concreto de acciones correctivas. Los costarricenses no podemos, ni debemos, esperar menos de una empresa pública de la dimensión del Grupo ICE.
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Bienvenida la competencia en el campo de las telecomunicaciones, que se dio a partir de la suscripción del tratado de libre comercio, conocido como TLC. También la que llegara a darse en el futuro en energía eléctrica. Pero el Grupo ICE debe redoblar esfuerzos para desempeñarse de una manera más profesional en una y otra área.