En la tradicional homilía del Primero de Mayo, el arzobispo de San José, José Rafael Quirós, hizo un llamado a la responsabilidad fiscal y la buena administración de los asuntos públicos. Pocas veces la Iglesia se manifiesta con tanto detalle sobre aspectos específicos del manejo económico. Con frecuencia, su mensaje es de alcance general, siempre con preocupación por los más necesitados, pero alejado del examen de políticas concretas.
En esta oportunidad, el arzobispo demostró clara comprensión del problema fiscal y de la necesidad de resolverlo con sentido de generosidad, equilibrio y patriotismo. La Iglesia clama por poner freno a la evasión fiscal, el contrabando y la corrupción, pero pide a los sindicatos y otros grupos de interés no pensar solamente en el bienestar particular “sino en la conformación de nuevos vínculos de solidaridad”.
“En esto, todos debemos aportar, nadie queda excluido del sacrificio y, ciertamente, en conciencia, quienes gozan de privilegios por salarios o pensiones de escandalosa cantidad de millones, deben solidariamente ser generosos”, expresó el pastor.
Junto a la buena administración de los recursos del Estado, la eliminación de gastos superfluos, la simplificación de la maraña burocrática y la correcta ejecución de presupuestos, el arzobispo abogó por medir la eficiencia de los empleados estatales. “Sobre esto último, creo que no se puede promover ni apadrinar, legal y moralmente, a un trabajador que no sea responsable y no rinda como debe en el oficio que se le ha confiado”, recalcó.
El mensaje de la Iglesia, tan vinculado al debate político actual, es un reconocimiento de los riesgos y consecuencias del desequilibrio fiscal, especialmente para los más pobres. Si el déficit y el endeudamiento crecen por exceso de gasto y falta de ingresos, serán inevitables el alza en las tasas de interés, el desempleo y el flagelo de la inflación.
Quienes debaten sobre la mayor o menor regresividad de las medidas existentes en la corriente legislativa quizá sean demasiado jóvenes u olvidadizos para tener presentes las tasas de interés cercanas al 30 % para corresponderse con una inflación de similar magnitud. Tal vez no recuerden a la mitad de la población caída bajo la línea de la pobreza.
En ausencia de un ajuste fiscal, las excesivas demandas sobre el erario solo pueden ser resueltas mediante la pérdida de poder adquisitivo de toda la población al impulso de un proceso inflacionario como el de la década de los ochenta. Es un medio doloroso para lograr el equilibrio. Estamos a tiempo de evitarlo y tomar control del futuro para no dejarlo al capricho de los acontecimientos.
Carolina Hidalgo, desde ayer presidenta de la Asamblea Legislativa, se mostró decidida a lograrlo. La reforma tributaria debe quedar resuelta en seis meses, afirmó. Hidalgo se pronunció por dar a los nuevos legisladores la oportunidad de analizar el proyecto de Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas, pero insistió en la necesidad de tomar una decisión. Ninguna iniciativa satisfará a todos los sectores, mas la ausencia de la decisión aludida por la legisladora tendrá consecuencias para todos.
El libertario Otto Guevara dejó tras de sí un cerro de mociones para obstaculizar la tramitación del proyecto y los representantes del liberacionismo en la comisión encargada se aliaron con el Frente Amplio para eliminar uno de sus aspectos centrales: la flexibilización del gasto. El nuevo Congreso deberá hacer un esfuerzo para retomar el camino, ojalá con la generosidad y sentido patriótico de la homilía.