Los esporádicos incrementos de la presencia policial en Limón causan esporádicas disminuciones del crimen, en el mejor de los casos. Rubén Acón, presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Turismo, está preocupado por el efecto desmoralizador de estos altibajos y el constante retorno al statu quo impuesto por la delincuencia.
“Se han hecho frecuentes los homicidios, y eso genera mucho desánimo colectivo. Se llega a creer que es un problema sin solución con el que hay que convivir. La gente piensa que se debe aislar dentro de su espacio o burbuja. Eso, ¡jamás!”, afirma con tanta tristeza como determinación de encontrar respuesta a la constante amenaza de la delincuencia.
La actividad portuaria y la extensa costa, repleta de oportunidades para el tráfico de drogas, constituyen parte de la explicación de la violencia, pero distan de ser la única razón. Tanta oportunidad encuentra el crimen organizado en los solitarios recovecos de la costa como en la marginalidad y falta de oportunidades de la juventud de la zona.
La experiencia de la provincia con los despliegues policiales enseñó a los pobladores los límites de esas iniciativas. La presencia policial importa si es constante y cuenta con los medios necesarios, como vehículos, combustible, buena alimentación, delegaciones en buen estado y equipamiento individual. También es necesario elevar el grado de dificultad del tráfico de estupefacientes con mejoras en la supervisión del puerto y medidas como la revisión mediante escáneres y labores previas de inteligencia.
También es preciso revisar las políticas conducentes a la prematura liberación de delincuentes peligrosos. La policía se queja del rápido regreso a las calles de personas detenidas por delitos graves y de beneficiarios de medidas cautelares inadecuadas para su peligrosidad, como las tobilleras electrónicas.
Pero Limón necesita desarrollo, fuentes de empleo y mejoras educativas. Si bien la seguridad es necesaria para atraer inversiones, no tiene sentido esperar lograrla para luego promover el aprovechamiento del potencial existente en la región. El Estado debe echar mano de incentivos fiscales y tarifarios, su exitoso aparato de atracción de inversiones y los recursos de la operación portuaria para impulsar la producción, ojalá integrada con actividades ya existentes.
La inversión en infraestructura también es indispensable, pero no al paso de la ampliación de la ruta 32, con sus constantes posposiciones. Aparte de la carretera, a Limón se le prometió grandes mejoras mediante el programa Ciudad Puerto, pero el país ni siquiera fue capaz de ejecutar los fondos disponibles gracias al financiamiento internacional. La inversión del canon pagado por APM Terminals desde el inicio de sus operaciones también quedó estancada por falta de un reglamento orientador del destino de los fondos, que a estas alturas se aproximan a los $40 millones.
Limón necesita más, no cabe duda. Precisamente por eso, la mala ejecución de obras ya financiadas y la desorientación sobre el destino de los recursos existentes resulta tan odiosa. La presencia policial, por sí sola, no es sustituto para la inacción del Estado en los demás frentes.
Urge cambiar el rumbo, porque este año ya hubo más de un centenar de homicidios y la tasa provincial es el triple de la nacional. Con 33 por cada 100.000 habitantes, la tasa de homicidios en Limón supera la de países vecinos con serios problemas de delincuencia, como México, donde se contabilizan 28 por cada 100.000. El año pasado, la provincia sufrió 153 homicidios y superó los 130 de San José, no obstante la enorme diferencia poblacional. Es hora de plantear una solución completa a ritmo de emergencia.