Cuanto más pequeño sea un país, mayor necesidad tiene para su desarrollo económico la integración al comercio internacional, del cual puede sacar ventajas, naturales o creadas, mediante la especialización. Costa Rica no puede vender toda su producción agrícola e industrial en el mercado interno, y las divisas generadas por las ventas en el extranjero permiten adquirir bienes cuya producción local sería carísima o imposible, como el trigo, para citar un ejemplo. La integración al comercio mundial también crea oportunidades de empleo bien remunerado.
Esas sencillas realidades conviene recordarlas cuando los jerarcas de los ministerios de Agricultura (MAG) y Economía (MEIC) abogan por medidas proteccionistas y esgrimen una concepción errada de la soberanía alimentaria, como si se tratara de producir internamente todo lo que consumimos cuando más bien significa generar los ingresos necesarios para adquirir, de proveedores internos o externos, los productos que la población demanda.
LEA MÁS: Editorial: Rescate de la ley de empleo público
En nuestro comercio exterior, las zonas francas desempeñan un papel preponderante. Han permitido diversificar la oferta exportable, con lo cual se estabiliza el ingreso de divisas por la exportación de varios productos en lugar de depender de unos pocos.
Acontecimientos geopolíticos recientes sugieren que Costa Rica podría constituirse en un destino todavía más estratégico para las empresas multinacionales de alta tecnología, dada la tendencia al nearshoring, que consiste en ubicar la producción de bienes intermedios en países relativamente cercanos a los mercados de los productos finales.
Por esas razones, los propósitos del nuevo ministro de Comercio Exterior, Andrés Valenciano, merecen aplauso. Según el funcionario, Comex debe dedicarse a «generar confianza, seguridad jurídica, fortalecer el régimen de zonas francas, crear nuevos incentivos y desarrollar el talento humano necesario para ser competitivos y mejorar nuestro clima de inversión». Esa es la ruta para reforzar la posición de Costa Rica como un lugar idóneo para establecer buena parte de la cadena de valor de muchas empresas multinacionales.
LEA MÁS: Editorial: El gobierno no merece crédito
De lo dicho, conviene acentuar la significación de la «seguridad jurídica», porque en nuestro medio, de tiempo en tiempo surgen llamados a promover cambios fundamentales en el régimen de zona franca, lo cual afecta la atracción de inversión extranjera, pues se trata de actividades necesitadas de un amplio horizonte de planeamiento, disponible también en nuestros países competidores de todo el mundo.
Valenciano aboga, además, por la reducción de trámites y procesos exigidos a las empresas para producir y exportar. Con ese fin se propone llevar la ventanilla única de inversión a más municipalidades e instituciones públicas.
El presidente, Carlos Alvarado, pidió al nuevo jerarca del Comex dar prioridad a «la atracción de inversiones, generación de empleo, encadenamientos» y a la capacidad exportadora del país, por medio de empresas grandes, medianas y también pequeñas. En ese esfuerzo, la colaboración de la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (Cinde) ha demostrado su gran valor.
LEA MÁS: Editorial: Recortes presupuestarios
Para mayor garantía de éxito, los programas educativos deben enfatizar la aplicación del aprendizaje de idiomas extranjeros —en particular el inglés—, las tecnologías de información y comunicaciones, la lógica en general y la creatividad, todo lo cual se lograría sin desmedro del contenido humanista de la enseñanza. En esa materia tiene experiencia el nuevo ministro, hasta hace poco presidente ejecutivo del Instituto Nacional de Aprendizaje e impulsor de la modernización de ese centro de estudios.