Estamos invitados a formar parte de la octava economía del planeta, generadora del 38% del producto interno bruto de toda América Latina y el Caribe. Está integrada por Chile, Perú, Colombia y México, países afines al nuestro en la práctica del gobierno democrático.
Son economías poderosas y prósperas en el contexto regional. Se caracterizan, además, por un alto grado de apertura e inserción al comercio internacional. En conjunto, los cuatro países se destacan por el número de tratados de libre comercio que los vincula con el mundo. Se trata de la Alianza del Pacífico y participamos en ella como observadores desde el 2012, cuando el gobierno de la presidenta Laura Chinchilla trabajaba para conseguir la definitiva incorporación del país al importante bloque comercial. No le alcanzó el tiempo para concretar la alianza.
Un estudio de la Fundación Konrad Adenauer concluye que el ingreso real per cápita de Costa Rica subiría un 0,8% si se decidiera a participar, pero los beneficios podrían ser mayores. La Alianza se ha convertido en una plataforma latinoamericana para acceder a los mercados asiáticos y, en general, a las economías de la cuenca del Pacífico. Esa región del mundo es una de las más prósperas y está empeñada en un rápido proceso de integración comercial, conocido como el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (Trans-Pacific Partnership), del cual ya forman parte miembros de la Alianza del Pacífico.
El canciller, Manuel González, señala la tendencia mundial a integrar grandes bloques comerciales. “Si queremos mantener la vigencia en el ámbito internacional, tenemos que considerar esa tendencia”, afirmó. El Ministerio de Comercio Exterior distribuyó el estudio de la fundación Adenauer, lo cual hace presumir su preferencia en cuanto al ingreso a la Alianza.
Pese a todas esas razones, el gobierno no se ha pronunciado. La administración anterior dejó preparado el ingreso de Costa Rica a la Alianza, pero el presidente, Luis Guillermo Solís, ordenó nuevos estudios al inicio de la administración y todavía está en espera de los resultados.
La pertenencia al bloque latinoamericano conlleva el libre comercio entre los países miembros y también la eliminación de visas para los ciudadanos de la Alianza. Asimismo, ofrece importantes oportunidades de coordinación política y cooperación internacional. Como todo tratado de libre comercio, podría perjudicar a algunos sectores de la economía, generalmente, los menos eficientes, y beneficiaría a otros.
Es el dilema de cada paso dado en el proceso de apertura comercial. En otras oportunidades, el país ha estado a punto de caer en el error de privilegiar intereses específicos, perdiendo de vista el impacto general de los acuerdos comerciales. Costa Rica conoce los beneficios de la apertura económica y sobrepasan en mucho los perjuicios sufridos por sectores muy específicos.
Estamos a una enorme distancia de la “economía del postre”, como la llamaba don Pepe Figueres en los años setenta por su dependencia en el café, el banano y el azúcar. Es preciso seguir distanciándonos de ella. El ingreso en la Alianza del Pacífico es un paso en esa dirección.
El gobierno ha prometido una decisión para estos días. El rechazo a la Alianza será difícil de reparar en el futuro e implicaría mayor pérdida de tiempo. Como bien advierte el canciller González, Costa Rica debe tomar en cuenta la tendencia mundial a la integración. También debe acometerla con valentía, no sea que quede aislada, nadando contra una corriente que, como está demostrado, más bien puede aprovechar para sacar ventaja.