EscucharEs penoso ver retratada, sin mayor vergüenza, la incapacidad de los jerarcas de gobierno para negociar con los diputados la aprobación de un crédito de $700 millones, con su banco preferido, con el fin de invertirlos en obras destinadas, supuestamente, a “salvar vidas” de personas en sitios de riesgo.
Si la situación es tan crítica, como la describe la Casa Presidencial, lo responsable es convencer a los legisladores, uno a uno, sobre la urgencia. Nadie con cinco dedos de frente rehusará votar si los argumentos son válidos. De ser grises, sucedería lo que ocurre: dudas, sospechas.
Independientemente de las suspicacias que existen, lo políticamente incorrecto es que el gobierno se metiera a instigar a los ciudadanos para que envíen correos electrónicos por medio de un sitio creado por el mismo Zapote en internet, con fotos y direcciones de cada diputado. Es una torpe presión, ineficaz y vulgarmente populista. Eso sí es jugar chapitas. Y es activar el troleo que tanto estima la Administración.
Ese zapotazo de Zapote nada más llega a validar que no se equivoca el 60 % de los costarricenses que creen incapaz al gobierno de resolver los principales problemas, como lo evidenció la encuesta del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP). Porque si negociar un crédito se convierte en imposible, la solución de los graves desafíos habrá que darla por perdida.
Gobernar un país democrático es negociación, lo cual implica conformar liderazgo —no paginitas de presión— para convencer, concertar, buscar acuerdos. Este trabajo conlleva inteligencia emocional, horas de esfuerzo físico e intelectual, transparencia y respeto. ¿Es mucho pedir?
Tal función deben cumplirla el mandatario, Rodrigo Chaves; su ministra de la Presidencia, Natalia Díaz; y su jefa de bancada, Pilar Cisneros. Ellas, sobre todo, deberían enlazar al Ejecutivo con el Legislativo y alcanzar acuerdos.
Pero el mensaje que envía la creación de esa plataforma de presión es falta de voluntad para conciliar y un interés de poner a ciudadanos y troles a que les hagan la tarea. No se vale cuando la misma presidencia se lamenta de que “hay vidas en riesgo”. Si es verdad, hagan su trabajo. ¿Es mucho pedir?
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El autor es jefe de Redacción de La Nación.
