La Asamblea Legislativa se acercó el miércoles a lo que podría ser el primer gran paso de un cambio profundo en la matriz energética nacional. Aunque la transformación total dependerá de muchas decisiones, en este caso el avance se ha producido en una dimensión clave: la del transporte. Tras un proceso lleno de baches, “presas” y bloqueos, la Comisión de Gobierno y Administración llegó a un acuerdo que permitirá enviar al Plenario el proyecto de ley para promover el uso de vehículos eléctricos. Ojalá allí encuentre luces verdes y avance con fluidez.
Los componentes del plan son múltiples, pero la clave es que reducirá los aranceles de manera temporal, y según una escala en función de precios, a automóviles, autobuses y otras modalidades de transporte impulsadas por los voltios, no la combustión. De este modo estimulará su oferta y demanda, con un impacto potencialmente extraordinario.
La composición de la matriz eléctrica de Costa Rica es ejemplar, por su dependencia casi total de energías limpias y renovables. Sin embargo, la matriz energética total anda por otro lado: más del 70% se basa en los hidrocarburos, y su principal componente es el transporte. Mientras no actuemos de manera determinante en este frente, seguiremos pagando los enormes costos ambientales y sociales de la dependencia. Es en este contexto que el primer paso legislativo merece reconocimiento.
Otros países han ido mucho más lejos. Noruega solo permitirá la venta de vehículos eléctricos e híbridos enchuflables a partir del 2025. Francia y el Reino Unido lo harán en el 2040 (en su caso, solo eléctricos). Además, están en marcha múltiples cambios en infraestructura y regulación.
A lo anterior se suma una oferta cada vez más amplia y barata de los nuevos medios de transporte, gracias a la construcción de plantas especializadas, la reconversión de las existentes y el crecimiento en la capacidad de las baterías. Hace pocas semanas, por ejemplo, Volvo anunció que solo producirá autos eléctricos desde el 2019.
Costa Rica no es Noruega, Francia o el Reino Unido. Pero sí podemos avanzar con dinamismo por el camino que se está abriendo. La reducción de aranceles es un paso relevante, pero insuficiente; no es un término, sino el inicio para mucho más.
(*) Eduardo Ulibarri es periodista, profesor universitario y diplomático. Consultor en análisis sociopolítico y estrategias de comunicación. Exembajador de Costa Rica ante las Naciones Unidas (2010-2014).