Acelerar la vacunación de los mayores de 58 años es una necesidad. La inoculación va lenta, hay quejas y desesperación de muchas personas que no reciben la ansiada llamada de la CCSS, pese a estar en el rango de edades de los grupos prioritarios. También, es urgente que el Ministerio de Salud decida vacunar de emergencia a los educadores, porque ellos corren el mismo riesgo de contagio.
El lamentable fallecimiento de una orientadora del Liceo de Costa Rica, infectada de covid-19, avivó el temor entre los docentes y los sindicatos han comenzado a abonar el terreno para que se dé otra suspensión de clases presenciales, pese a que el 2020 fue un año perdido por el cierre de escuelas y colegios.
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Interrumpir el curso es empobrecer más a estudiantes que afrontan un enorme rezago desde el 2018 debido a la huelga de tres meses de los docentes. Los 89 días nunca se repusieron. El año pasado ocurrió lo mismo. Si acaso hubo un mes de lecciones y la dinámica posterior fue dizque virtual.
Muchos maestros hicieron el mayor esfuerzo, pero las clases en línea no funcionan. Solo el dato de que el 50 % de los matriculados en el MEP carecen de conectividad, lo prueba.
Volver, entonces, a las «clases virtuales» es un engaño para los alumnos y el país, pues es imposible conectar y educar a todos. El modelo no funcionó ya que los educadores no cuentan con la preparación para enseñar a distancia y más de la mitad de los niños y adolescentes carecen de recursos económicos para hacerse de la tecnología necesaria.
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Las clases presenciales deben mantenerse en pie. Detenerlas es agrandar el abismo entre educación pública y privada. No debemos permitir que esta pandemia, o excusas a costa de ella, condenen a la pobreza a miles de jóvenes con aspiraciones de un título universitario.
Si las clases se interrumpen, más colegiales serán filtrados mediante las pruebas de ingreso a las universidades públicas, que, al final, son un privilegio para estudiantes con mejor educación (los privados llevan ventaja).
Por eso, se impone que el Ministerio de Salud dé prioridad a la vacunación de docentes. No es momento de pretextos para suspender clases y hundir más a esta generación estudiantil pobremente educada. La factura se verá en menos de una década.