El mundo se mueve rápidamente a energías limpias, lo cual ha generado innovación y transformación en el mercado de vehículos cuyos resultados se verán a mediano plazo. Entre estas transformaciones, la electricidad se vislumbra como el nicho adonde se desplazará el mayor cambio tecnológico.
Siendo abogada y especialista en temas internacionales, no es difícil explicar por qué me declaro poco conocedora de los temas energéticos. De ahí que en una reciente visita a Ad Astra, en el campus de la Earth, en Liberia, recibí una apasionante lección sobre la materia. Los vehículos eléctricos pueden recibir la energía de una batería o ser alimentados por hidrógeno, siendo el último uno de los trabajos de investigación e implementación de planes piloto en los que trabajan el Dr. Franklin Chang y su equipo.
LEA MÁS: Bus impulsado por hidrógeno comenzó a funcionar en Liberia
Desde la escuela aprendimos que la fórmula del agua es H2O. Si se separa el oxígeno (O) lo que quedará es el hidrógeno (H2). El proceso se inicia tomando agua y electricidad, separando el oxígeno, el cual se libera al ambiente o se podría almacenar y vender, y el hidrógeno comprimido se convierte en la fuente de energía para los automotores o trenes.
La primera pregunta y preocupación que salta a la vista es “aquí habrá una gran demanda de agua”, líquido que puede resultar escaso según evolucione el planeta con el cambio climático.
Lo interesante es que en el momento que el vehículo utiliza el hidrógeno para mover el motor eléctrico la ecuación es con un resultado inverso, lo que saldrá es nuevamente agua, además pura. Un escenario ideal es poder recogerla, recuperando lo consumido. Ofrezco disculpas a los profesionales del ramo por una explicación física por parte de una abogada.
Es interesante adicionar que los vehículos de hidrógeno pueden tener una autonomía de 300 a 400 kilómetros, lo que implica una enorme ventaja, sobre todo, para actividades como el trasporte de personas y carga, entre otros. Además, el hidrógeno puede obtenerse de plantas pequeñas, lo cual evita el desarrollo de una red de distribución.
No pretendo convertirme en una defensora del hidrógeno, pero si compartir lo motivador que es ver el papel de Costa Rica en la transformación tecnológica que se vive, lo que nos pone en el mapa mundial de la innovación, la investigación y el desarrollo.
La autora es politóloga.