Sana crítica: UE sin Merkel

Annegret Kramp-Karrenbauer (AKK) tiene una enorme tarea por delante: conciliación entre las fuerzas liberales y más conservadores dentro de su partido y de llevar propuestas al electorado que le aseguren el triunfo.

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La elección de Annegret Kramp-Karrenbauer (AKK) para la conducción de la Unión Demócrata Cristiana (UDC) se perfila como un trascendental cambio, pues es el inicio de una nueva era: una Alemania y una Unión Europea sin Ángela Merkel, una indubitable pérdida ante una coyuntura de grandes desafíos con carencia de avezados liderazgos.

Con 13 años en su cargo, a Merkel la reconocen adeptos y críticos como una figura central en el fortalecimiento económico alemán y como una respetada voz en favor del multilateralismo, el crecimiento sostenible, la defensa de la paz y la seguridad internacional. Fue igualmente clave tanto en la recuperación de la estabilidad financiera global, luego de la peor crisis económica mundial en los últimos 70 años, como en la unidad comunitaria (por ejemplo, su liderazgo en la firma del Tratado de Lisboa).

Merkel, quien ha sobrevivido a 3 presidentes estadounidenses y 4 franceses, 7 presidentes de consejos de ministros italianos, 4 primeros ministros británicos y 7 griegos es una avezada figura en materia comunitaria y de gobernanza global, cuenta con una experiencia difícil de reemplazar en momentos en que el presidente de Francia, Emmanuel Macron, su dupla, afronta dificultades en casa (marcha de los “chalecos amarillos”) y con algunos vecinos (Italia).

AKK, a quien apodan como la pequeña Merkel, tendrá unos zapatos difíciles de llenar. Luego de la más reñida elección desde 1971, la patrocinada por Merkel emerge como la decisión de un partido, que ha ocupado el poder en 25 de los últimos 36 años, de optar por la continuidad, un rechazo a los extremos y un reconocimiento a la necesidad de renovación.

AKK, quien ha obtenido triunfos electorales en su región y ha logrado alcanzar acuerdos que parecían impensables, tendrá una enorme labor de conciliación entre las fuerzas liberales y más conservadores dentro de su partido y de llevar propuestas al electorado que le aseguren no solo una mayoría en las elecciones, sino también conformar una coalición sólida.

La elección de AKK fue bien recibida allende sus fronteras en momentos cuando son necesarios los liderazgos fuertes frente a fuerzas populistas, el fortalecimiento de extremas de derecha y de izquierda, y problemas tan complejos como los flujos migratorios, el brexit o la deriva italiana.