La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró en el 2011 el 21 de marzo el Día Mundial del Síndrome de Down. Su objetivo: celebrar la fecha dedicándola a la concientización y sensibilización sobre los derechos, dignidad y valiosas contribuciones que estas personas dan a sus familias y comunidades.
El tema sombrilla escogido por la ONU este año es “No dejar a nadie atrás” basándose en que las personas con síndrome de Down deben tener el derecho y merecen tener las oportunidades para disfrutar vidas plenas y en igualdad de condiciones.
La Asociación Síndrome de Down (Asidown) lo celebrará hoy bajo el tema “Soy y voy, mi propia historia”, en el Auditorio Nacional del Museo de los Niños, utilizando el hashtag #NOMEDETENGAS. ¡Muy fuerte e inspirador!
En la actividad, personas con el síndrome y sus familias tendrán la oportunidad de compartir generosamente sus historias, entre ellas, “Preparando a mis hijas para vivir su propio viaje en su vida adulta”, “Mi vida, mis decisiones, mi autonomía” y “Rompiendo paradigmas en una sociedad exclusiva”.
A manera de aporte comparto algunos mitos y realidades elaborados por la Asidowm presentes alrededor de las personas con Down, que nos ayudarán a conocerlos mejor.
El síndrome de Down no es una enfermedad; es una condición genética más frecuente de lo que las personas creen. De hecho, es la causa genética más común de discapacidad intelectual. La mayoría no nace de personas mayores, pues en el 80 % de los casos sus madres son menores de 35 años, lo que sí es cierto es que su incidencia aumenta con la edad de la madre.
Son personas con capacidad de aprender, por lo cual tienen el derecho y las condiciones para recibir una educación de calidad que les permita desarrollar plenamente su potencial. Pueden asistir al centro educativo de escogencia de sus padres y únicamente requerirán del apoyo de los docentes para las adecuaciones curriculares que les ayuden a aprender los mismos contenidos que sus compañeros.
En sus acciones y relaciones, los niños, preadolescentes, adolescentes y adultos presentan los mismos comportamientos que sus pares por edad. Si queremos evolucionar a una sociedad más inclusiva, los invito a crear más oportunidades para su empleabilidad e independencia.
La autora es politóloga.