Si ama el fútbol, las posibilidades de disfrutar hoy la final de la Copa América son muy altas. Como segunda opción, para quienes la disputarán (no es nuestro caso), está la de la Concacaf, y una minoría, si lo sabía, verá la de la Copa Mundial Femenina de Fútbol.
Reza el adagio “a confesión de parte relevo de pruebas”, y aquí cabe, pues la FIFA agendó otras dos finales el mismo día del mundial femenino, impensable en el masculino, lo cual evidencia la discriminación que sufren las mujeres.
Otro ejemplo es la abismal diferencia en el pago y las bonificaciones son un referente. En el 2018, la bolsa por repartir masculina fue de $400 millones, en una media de $38 millones para los ganadores; en el 2015, la bolsa para las mujeres fue de $30 millones para una gratificación individual de $2 millones. Debido al reclamo de las jugadoras, en este 2019, se duplicará a $4 millones, sin ruborizarse por el aumento en el monto para los jugadores del Mundial de Catar 2020 a $440 millones.
Si uno de los mayores anhelos de un joven es jugar en una liga europea, para las mujeres el Shangri-La es Estados Unidos, pero eso no impidió que las 28 seleccionadas nacionales presentarán el 8 de marzo un litigio contra la US Federation, y se sumarán muchas más para convertirlo en un class action.
Pese a haber ganado las estadounidenses 4 medallas olímpicas, 3 campeonatos mundiales, con posibilidades de agregar uno más, pues hoy juegan la final, y terminar en los primeros 3 lugares en las 8 Copas del Mundo, las mujeres ganan una tercera parte de lo que reciben los hombres, si comparamos lo que perciben por las exhibiciones.
Concluida esta Copa, ambas partes accedieron a una mediación; además, la FIFA está siendo presionada para aprobar condiciones más favorables para próximos torneos. Ojalá sean exitosas y este 2019 sea un año de inflexión en la lucha por la igualdad de género en el deporte.
Convencida de que el deporte empodera, y el fútbol es uno de los más democráticos por su acceso, en Costa Rica debemos promover más su práctica entre las mujeres, no solo como vacuna contra las drogas y por la adopción de hábitos saludables, sino también porque estimula el pensamiento estratégico, la disciplina, la resiliencia y el trabajo en equipo, cualidades ganadoras siempre, pero más en el siglo XXI.
La autora es politóloga.