Una linda característica de haber estudiado Derecho es que, por esa formación, vemos como normal tener discrepancias, puntos de vista diferentes, opiniones encontradas y discutir dando y recibiendo argumentos, como un proceso de debate constructivo, unas veces más, otras menos apasionado, pero debate al fin, dentro del marco del respeto y las ideas.
Al estar casada con un abogado, tener diferentes opiniones y defenderlas es cosa normal, que a ambos nos ha hecho crecer como personas, aun cuando en algunas materias debatimos como el primer día: Antonio defiende en materia penal una visión más represiva, yo, por mi lado, me defino como garantista, y bueno, en más de tres décadas seguimos sin ponernos de acuerdo, pero eso sí, respetando los criterios.
Por eso, me resulta inaceptable que en los últimos tiempos se acreciente una tendencia donde la regla es ofender a quien discrepa con uno, buscar que no pueda dar sus opiniones, desacreditar a la persona como tal sin detenerse a comentar sus ideas.
Esa corriente ha crecido tanto que incluso en una universidad pública se impidió presentar un libro, lo cual generó un fallo de la Sala Constitucional condenando tal conducta, y aquí aclaro que no defiendo ni avalo el contenido del libro censurado, el cual desconozco. Mi punto es que en una universidad donde hay libertad de cátedra esas cosas no pueden suceder.
Las redes sociales facilitan esta tendencia. Lo vimos cuando un director de servicio del Hospital San Juan de Dios ofendió con un vocabulario totalmente irrespetuoso a una diputada o el viceministro de Planificación y la presidenta de la Juventud del PAC y asesora legislativa, quienes hicieron manifestaciones misóginas e irrespetuosas contra nuestra querida expresidenta.
En este último hecho, a pesar de que por sus cargos deberían tener al menos un elemental criterio político, evidencian carencias más allá de la inmadurez, pues lo hacen cuando el gobierno requiere de la mejor relación con la oposición. Sobra decir que, por la investidura de los involucrados, en la sanción se actuó con lenidad.
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No debemos permitir que crezca la intolerancia, por eso recordemos la máxima que usó la biógrafa Evelyn Beatrice Hall, para resumir la forma de pensar de Voltaire: “No comparto tu opinión, pero daría mi vida por defender tu derecho a expresarla”.