Sana crítica: Autoconciencia

Cuando la persona se conoce a sí misma, desarrolla capacidades para cambiar preguntas por respuestas.

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Una de las oportunidades que brinda el distanciamiento físico es trabajar en la autoconciencia, una de las capacidades cruciales para vivir plenamente, crecer como personas y ser mejores líderes. Pese a su significación, pocos invierten en ella y es un número reducido el que realmente la posee.

En enero del 2018, la revista Harvard Business Review publicó un artículo de Tascha Eurich, titulado “What Self-Awareness Really Is (and How to Cultivate It)”, donde comparte los resultados de 10 investigaciones en las cuales participaron 5.000 personas, y la conclusión fue que tan solo entre un 10 % y un 15 % de los entrevistados tenían tal capacidad. ¿Por qué es tan necesaria la conciencia de sí mismo? Los estudios muestran que quienes la adquieren tienen más confianza en sí mismos, son más creativos, toman mejores decisiones, tienen mejores relaciones y se comunican más eficazmente.

La autora distingue entre dos dimensiones. La primera es la conciencia interior, la cual agrupa valores, pasiones y aspiraciones, y el resultado en el desarrollo dentro del entorno, en las reacciones (sentimientos, conductas, fortalezas, debilidades) y en su relación con otros. La segunda está relacionada con la proyección externa y cómo nos perciben. De ahí la relevancia de contar con un círculo objetivo y constructivo que brinde una honesta retroalimentación, así como desarrollar habilidades no solo para recibir la crítica, sino, más valioso aún, saber administrarla y convertirla en cambios para progresar.

Pocos momentos son tan retadores como el actual para el manejo de ansiedades y miedos, así como de relacionarnos con personas a nuestro alrededor; es también la oportunidad óptima de mejorar las habilidades de liderazgo en nuestro entorno.

¿Qué recomienda la autora? Trabajar en la pregunta qué y no en por qué. Es irrelevante preguntarnos por qué la covid-19 y hasta lamentarnos de ello, pues no nos conduce a nada positivo, pero sí sería constructivo preguntarnos qué puedo aprender, qué puedo hacer para apaciguar mi ansiedad y temores y los de las personas que me rodean, qué puedo hacer para que no se pierdan empleos, qué acciones debo tomar para proteger a las personas de mi entorno.

Por eso, cambiemos los por qués por los qués.

nmarin@alvarezymarin.com

La autora es politóloga.