EscucharCulmina hoy un largo proceso en la vida democrática del país. Finalmente, tendremos presidente.
Debemos dejar atrás las pasiones, que, debo reconocer, hace rato no veía desbordarse a niveles tan inconvenientes. ¿Será por las redes sociales porque permiten el anonimato? ¿O será que como sociedad estamos cambiando? Porque si algo tiene de negativo esos niveles de ataques, es que desmotivan a seguir el proceso electoral, bajan el nivel del debate político y menos gente se decide a participar en la política.
Por otra parte, los actores del proceso, en su gran mayoría motivados por el deseo de ayudar al país (habrá sus excepciones, pero no dudo que son los menos), tampoco merecen tener que ver sus vidas sometidas a ese descarnado proceso, no dudo que quienes participan saben a lo que van y tienen la personalidad para manejarlo, pero no merecen vivirlo.
Mañana amaneceremos con presidente electo y dará inicio el proceso de integración de gabinete, presidencias ejecutivas, directivas, asesores, entre otros. Ojalá se haga de manera paritaria entre hombres y mujeres, el país merece tener ese avance.
También será fundamental que surja la capacidad de generar acuerdos políticos, una Asamblea Legislativa con tantos partidos, más un diputado que ya prácticamente se declaró independiente, requiere de mucha negociación y definir una ruta para el país compartida por la mayoría de las fuerzas políticas para darle un nuevo rumbo a Costa Rica.
La verdad, que una nación como esta, que en muchas áreas ha sido ejemplo para otros países con acciones como la abolición del ejército, la generación eléctrica con fuentes renovables, la cobertura boscosa, la esperanza de vida o la baja mortalidad infantil, se vea en otras áreas como una nación atrasada, con infraestructura colapsada, sin trenes modernos, con una educación que acumula años de quedar en deuda con la formación de nuestros jóvenes y programas de salud que obligan a las personas a esperar años para tener una operación.
LEA MÁS: De frente: Acrimonia política
Por eso, esperemos con optimismo que el proceso que termina hoy sea el inicio de una etapa en nuestra historia de crecimiento, con una mejor distribución de la riqueza, mayor igualdad de género y menos pobreza.
¡Ahora a trabajar!
La autora es politóloga.
