Si los beneficios son evidentes y tendrán efecto inmediato, ¿por qué persisten importantes cotos de resistencia para que la Asamblea Legislativa autorice al Ejecutivo colocar $6.000 millones a lo largo de cinco años?
Algunos se oponen por ideología: les interesaría que el Estado quiebre para forzar su traumática reducción. Son un grupo marginal, pero con la fuerza retórica de los simplismos doctrinarios. Otros atienden a típicas razones políticas: el gobierno debe sufrir y asumir compromisos públicos antes de, eventualmente, darle el sí; además, si cedemos muy pronto –se dicen– pareceremos flojos o cómplices. Esta ha sido la actitud más generalizada, pero, en el fondo, abierta al compromiso. Ha llegado el momento de alcanzarlo.
Falta superar una gran barrera: la desconfianza. En el pasado, el financiamiento externo ha servido para reducir las presiones, no contener (menos reducir) el gasto, y así ha dado paso a otras crisis. Además, el colapso económico de los 80 recuerda los riesgos del endeudamiento incontrolado.
Conclusión: los 38 votos para autorizar la emisión de eurobonos dependen del reforzamiento de la credibilidad del gobierno. El equipo económico la tiene. La “regla fiscal” la refuerza. La determinación reformista del Ejecutivo la amplía. Faltaba un compromiso más claro de varios jerarcas con el control de gastos. El miércoles el presidente les pidió (¿ordenó?) “alinearse” y asumirlo. Creo que va en serio. Corresponde, ahora, la decisión positiva de la Asamblea, junto con su voluntad de un riguroso control posterior.
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El autor es periodista.