La época navideña es propicia para balances y recuentos. Los personales los dejo en el ámbito íntimo y familiar, con sus variables cuotas de satisfacción, frustraciones y añoranzas. Los públicos, sin embargo, sí debemos discutirlos. Por esto planteo mi lista, aunque parcial y con un claro sesgo: lo que merece celebración.
Celebro que el 1.° de abril rechazáramos un candidato marcado por signos de fanatismo, exclusión, simplismos, desdén institucional, miopía e impericia. También celebro que, en su lugar, eligiéramos una persona joven, sensata, inteligente, aperturista y moderna, y que optara por un equipo de gobierno plural, articulado, competente y focalizado. Dimos una muestra de madurez ciudadana que, como sociedad, debemos atesorar y consolidar.
Celebro que, al sumar a ese Ejecutivo dos bancadas opositoras con vocación responsable –del PLN y el PUSC–, lográramos salir de la parálisis crónica y convertir en ley una reforma fiscal imperfecta, pero indispensable, urgente y balanceada en ingresos y gastos. El aval que le otorgó la Sala Constitucional, mediante una resolución con gran lucidez sobre el Estado de derecho, el equilibrio institucional y el bienestar público, también merece aplausos.
Y si bien lamento la huelga cruel contra esta decisión y las divisiones que impulsó, celebro la firmeza, eficacia y prudencia de las autoridades: lo peor del sindicalismo público fracasó en su intento por secuestrar la democracia. Es un buen augurio para otras reformas, y celebro que la Asamblea acordara, hace pocos días, la vía rápida para proyectos esenciales.
Celebro que, tras algunas turbulencias, el matrimonio igualitario haya sido reconocido y se convierta en realidad a principios del 2020. Celebro que este mismo año fuera fijado como meta para completar nuestro ingreso a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE): mejorará y fortalecerá el buen desempeño del Estado. Todos ganaremos.
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Celebro que hayan sido descorridos los velos que ocultaban el pobre desempeño del ICE y que exista voluntad por reconvertirlo en motor de desarrollo.
Y celebro (el espacio no da para más) que tengamos una sociedad vigorosa, innovadora y crítica, cualidades clave para seguir avanzando y, espero, tener más que celebrar.
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Eduardo Ulibarri es periodista, profesor universitario y diplomático. Consultor en análisis sociopolítico y estrategias de comunicación. Exembajador de Costa Rica ante las Naciones Unidas (2010-2014).