¿Exceso en la emisión de deuda pública a corto plazo? ¿Falta de interés (y de buenos intereses) para refinanciarla en el mercado? ¿Impericia al planear las amortizaciones? ¿Fatiga y desconfianza de los inversionistas privados e institucionales? ¿Irresponsabilidad en el manejo fiscal general?
Escoja cualquiera de estas razones para explicar el “hueco” presupuestario de ¢600.000 millones que dejó la administración Solís y tendrá algo de razón. Todas contribuyeron en parte. Y habría que añadirles un deliberado e indignante ocultamiento: ni siquiera surgió una alerta temprana ante la bomba que dejaron engavetada al presidente Alvarado. Esta falta de advertencia complicó las cosas: el megaexplosivo está a punto de detonar y urge desactivarlo con un presupuesto extraordinario.
Que la sorpresa salte cuando los diputados discuten el fondo de la reforma fiscal presentada por el Ejecutivo (y ajustada o alterada por mociones), añade una peligrosa, aunque injustificada, complicación. La tentación de utilizarla como un torpedo difícilmente será resistida por sus opositores a ultranza o por quienes, aunque reconozcan su necesidad, desean someter al gobierno y a su partido (¿cuál parte de él?) al desprestigio y sufrimiento.
Pero si la coyuntura la vemos desde los ojos de quienes actúan con responsabilidad, el impulso debería ser contrario: aceitar y agilizar la discusión y aprobación de la reforma. Porque si algo, más allá de las razones puntuales, explica la magnitud del hueco heredado (no su encubrimiento), es que ya estamos en crisis fiscal y para empezar a superarla necesitamos aprobar, con cambios mínimos, la mezcla de control de egresos y aumento en ingresos ya propuesta. Es valiente, metódica y realista, refleja la determinación del gobierno y lograría evitar más deterioro fiscal e iniciar la recuperación.
Por lo anterior, su viabilidad política debería estar garantizada en un ambiente de sensatez. Creo que varios diputados la tienen y están dispuestos a seguir adelante, sin que ello implique complacencia o renuncia al control político. Pero temo que muchos otros apuestan al oportunismo y quieren aprovechar el hueco para hundir el conjunto de la reforma. Confío en que los primeros prevalezcan. Debemos exigir que así sea.
Correo: eduardoulibarri@gmail.com
Twitter: @eduardoulibarr1