El 11 del mes pasado inauguró Alfabeto, una obra de dimensiones monumentales en el atrio del Museo de Arte Contemporáneo de Chicago. Ahora da los toques finales a una exposición en la galería James Cohan, de Nueva York, que se extenderá del 25 de octubre al 21 de diciembre. En medio de tan frenética actividad, Federico Herrero se las arregló para concluir el enorme y envolvente mural Amalgama, inaugurado el martes en el vestíbulo del Auditorio La Libertad, en el parque del mismo nombre.
¿Qué llevó a nuestro pintor contemporáneo más reconocido internacionalmente a donar una obra tan significativa? Además de su generosidad, dos factores esenciales: cariño y gratitud hacia la fallecida curadora Virginia Pérez-Ratton, a quien la dedicó, y conciencia sobre cuán importantes son las estrategias de transformación social impulsadas desde el parque y la función del arte en ellas.
En las 32 hectáreas de La Libertad, que desde su apertura en el 2007 dirige Dora María Sequeira, se producen varias amalgamas: entre varias comunidades marginales de Desamparados, La Unión y Curridabat; entre esparcimiento, recreación, emprendimientos, desarrollo comunitario y manejo ambiental; entre arte, tecnología y empleabilidad; y entre lo público y lo privado en exitosa alianza.
Virginia integró la primera junta directiva de la fundación que gestiona el proyecto; desde entonces, planteó la necesidad de dotar a un sitio tan excepcional de arte público. La respuesta entusiasta de Federico —como antes de José Sancho y Francesco Bracci— añade un poderoso y estimulante vector a estas convergencias. La síntesis orgánico-mineral que caracteriza sus formas otorga al mural una fuerza sensorial estimulante y festiva, pero también profunda y reflexiva. Es parte de su impronta como artista.
Y entre las reflexiones que surgen de su obra y del parque, destaco una de particular importancia en esta época de inquietudes y pesadumbres, que a veces bordean el cinismo. Se trata de la ejemplar capacidad de confluencias y amalgamas que existe en nuestra sociedad, y la posibilidad de convertirlas en fuerzas transformadoras. El aporte de Federico es un ejemplo personal; el del parque La Libertad, estratégico y multiplicador. Ahora, además, se funden. No renunciemos al optimismo.
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Eduardo Ulibarri es periodista, profesor universitario y diplomático. Consultor en análisis sociopolítico y estrategias de comunicación. Exembajador de Costa Rica ante las Naciones Unidas (2010-2014).