Se acabó el régimen de bandas cambiarias. El Banco Central, después de ocho años de definir un piso y un techo para el tipo de cambio, dio el paso a la flotación administrada. Le llama “administrada”, pues no dejará que el colón fluctúe libremente, sino que lo administrará bajo ciertos parámetros. Es decir, tras ocho años de estar aprendiendo a nadar, ayudados de flotadores, ahora nos los quitan, pero el profe nos dice que estará ahí para ayudarnos.
El cambio de régimen es bueno, pues se trata de un paso más hacia la consolidación del esquema de “metas de inflación”. El Banco Central reafirma que su objetivo primordial es buscar una inflación baja. Eso beneficia, sobre todo, a los más pobres, pues implica que el valor real de los ingresos no se deteriora tan rápido. También ayuda al sector productivo nacional, ya que los costos de producir aquí no crecerán más rápido que los de otros países que compiten con el nuestro.
La duda sobre el nuevo régimen es cuánto querrá el Banco Central administrar el tipo de cambio. Hasta el momento, desde que don Olivier Castro es presidente del Banco, la intervención del mercado cambiario, bajo distintas modalidades, ha sido de un promedio de $60 millones mensuales. Ahora anuncia un nuevo programa de acumulación de reservas por $800 millones para los próximos 23 meses. O sea, ha habido administración del tipo de cambio, y las señales indican que seguirá habiéndola. Esto, con el doble objetivo de reducir la volatilidad diaria del tipo de cambio y evitar que el colón se aprecie más.
El problema es que la intervención del mercado cambiario, cualquiera que sea su naturaleza, siempre tiene sus riesgos e implica costos. Existe el peligro de manipulación del tipo de cambio para favorecer a algunos. El beneficio de la fijación artificial de determinado nivel de tipo de cambio lo termina pagando, eventualmente, alguien más –usualmente, vía inflación–. Existe el riesgo de reducir excesivamente la volatilidad del tipo de cambio, lo cual puede llevar a un incentivo para dolarizar más el crédito. Eso implica un riesgo potencial para el sistema financiero, que es algo que el Banco Central ha dicho que quiere evitar. Finalmente, existe el riesgo de que las autoridades se equivoquen en cuanto al nivel de tipo de cambio que buscan. Muchas crisis financieras han sido provocadas por los intentos de llevar –o sostener– el tipo de cambio a un nivel que no es el “adecuado” y produce graves desequilibrios macroeconómicos. Recuerden la Administración Carazo.