El mejor momento para analizar lo sucedido durante un torbellino es cuando se asienta el polvo. Por eso, ahora es un mejor momento para analizar lo sucedido con el tipo de cambio en mayo.
Primero, entendamos que la fuerte devaluación de mayo no obedece a cambios en los fundamentales de la economía real –exportaciones, importaciones, inversión extranjera directa–. Lo que sí ha variado es el flujo de capitales externos, públicos y privados, que ya no ingresan en grandes cantidades desde inicios del 2016. Eso explica la ligera devaluación del colón desde entonces.
La combinación de un colón devaluándose, tasas de interés en dólares al alza y tasas en colones a la baja, hicieron que cada vez menos gente quisiera mantener sus inversiones en colones. La suma de cada vez más gente actuando en ese sentido generó una fuerte demanda de dólares y, de ahí, una aceleración en la devaluación. Ante ese escenario, lo lógico era que el Banco Central ajustara sus tasas de interés hacia arriba, para lo cual se tardó mucho en empezar a hacerlo.
El exceso de estabilidad del tipo de cambio que imperó en el país desde mayo del 2014 hasta mediados del 2016, inducido por como el Banco Central intervino en el mercado cambiario, produjo una falsa confianza en el colón. Eso fomentó una mayor dolarización de los créditos y colonización de los ahorros. Por eso, cuando el tipo de cambio empieza a moverse un poco, la gente no entiende qué está pasando y se pone muy nerviosa.
En momentos así es difícil, para cualquier banco central, evitar movimientos bruscos del tipo de cambio. De hecho, este sería el tercer episodio similar en los últimos diez años, junto al del 2008-2009, durante la gran crisis mundial, y el de inicios del 2014, durante las elecciones. Hay que entender que el mercado cambiario de este país es pequeño e imperfecto. Pero, también, que el mismo Banco Central está compuesto de funcionarios que son imperfectos. Se les puede criticar, en esta ocasión, de haber fallado en la oportunidad y magnitud de sus intervenciones, así como en la comunicación de lo que estaba sucediendo.
De ahí que es de esperar que este tipo de movimientos bruscos en el tipo de cambio vuelvan a suceder en el futuro. Eso nos enseña que debemos hacer una autoevaluación de los riesgos que enfrentamos, para así poder administrarlos de una mejor manera. No podemos confiar en que papá Estado nos protegerá siempre.