Uno de los clichés esgrimidos cuando afloran casos de corrupción es que «se trata de unas pocas manzanas podridas». Lo usamos a manera de exorcismo, como si nos asegurara que, en el fondo, nuestra sociedad está sana y nuestras instituciones son buenas. En el caso del Conavi y las empresas constructoras en investigación, el OIJ y el Ministerio Público nos dicen que es mejor olvidarse de la frasecita. Suena a ciencia ficción que durante tantos años nadie se diera cuenta de lo que dice el expediente: aparentes favores, estilos de vida de compañeros de trabajo y la omnipresencia de ciertos contratistas. Si nos enfocamos en lo barato, nadie preguntó de dónde salían los salchichones para las parrandas institucionales. Y, si alzamos la mirada, nadie dijo ni cuio cuando los de siempre recibían tratos preferenciales por recomendación de los de dentro.
Las cosas se encuentran en manos de abogados. Sin embargo, la justicia penal no es el único asunto importante. Otro tema de gran interés público se resume en estas preguntas: ¿Qué hacer con el Conavi y su personal? ¿Cómo sanear la contratación de obra pública en puentes y carreteras?
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Con Conavi es útil pensar en el concepto de una red que lo gangrena mediante una extensa trama de supuestos cómplices por acción u omisión. Tal como está no sirve y no valen acupunturas: lo más prudente es refundarla. Pero meterla al MOPT es cambiar de madriguera oscura. El Ministerio no es solución de nada y, más bien, su reforma es asunto pendiente. Empero, transformarlo implica ver qué hace uno con 4.000 funcionarios; en Conavi, hablamos de cientos de personas, algo más factible para la acción rápida.
Tampoco vale cambiarle de nombre y pasar ahí a gente del MOPT y del Conavi actual. No. Se necesita una limpia profunda y meter, a todo nivel, nuevo y mejor personal. No se puede confiar en los que están: que se vayan todos. Pagarán algunos justos por muchos pecadores, pero prima el interés público de tener una institución del más alto nivel ¿Cómo? La ley permite sacarse de encima a la gente por reestructuración. La otra cosa indispensable es modificar la junta directiva del Conavi. La actual, conformada por representantes del MOPT, la Unión de Cámaras y las municipalidades, es endogámica y corporativista. Debiera estar conformada a partir de criterios de idoneidad. Su integración: ¿Por qué no un concurso público internacional?
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El autor es sociólogo.