Columnistas

¿Qué hacer con el Conavi?

La ley permite sacarse de encima a la gente por reestructuración

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Uno de los clichés esgrimidos cuando afloran casos de corrupción es que «se trata de unas pocas manzanas podridas». Lo usamos a manera de exorcismo, como si nos asegurara que, en el fondo, nuestra sociedad está sana y nuestras instituciones son buenas. En el caso del Conavi y las empresas constructoras en investigación, el OIJ y el Ministerio Público nos dicen que es mejor olvidarse de la frasecita. Suena a ciencia ficción que durante tantos años nadie se diera cuenta de lo que dice el expediente: aparentes favores, estilos de vida de compañeros de trabajo y la omnipresencia de ciertos contratistas. Si nos enfocamos en lo barato, nadie preguntó de dónde salían los salchichones para las parrandas institucionales. Y, si alzamos la mirada, nadie dijo ni cuio cuando los de siempre recibían tratos preferenciales por recomendación de los de dentro.








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