Noviembre del 2021 es un mes cargadito de elecciones en América Latina: Argentina, Chile, Honduras, Nicaragua y Venezuela. A hoy, solo falta Honduras, pero los resultados son malos, pues, en términos de la filosofía política, “cuando no es dinga, es mandinga”. No solo es que la democracia está bajo ataque de los autoritarios, sino que, cuando no, tampoco da buenos resultados.
Empecemos: Nicaragua demolió el mecanismo electoral para asegurar la perpetuación de una dictadura. Muy pocos participaron en la farsa, y Ortega se asignó el 75 % del voto. Luego, el dictador siguió con las persecuciones políticas y EE. UU. endureció las sanciones contra el gobierno. El panorama pinta tremendo para nuestros vecinos.
En Venezuela, las elecciones regionales y municipales tuvieron la novedad (¡imagínense!) de que los partidos opositores participaron. Poca gente votó y el chavismo hizo mesa gallega. Cierto, hubo un pequeño avance, porque hubo observación internacional. Sin embargo, la situación sigue fatal: una economía arrasada, una sociedad pauperizada, la oposición desorientada y el régimen juega con los dados cargados. Nada resolvieron estos comicios.
En Argentina, el problema de las elecciones legislativas no fue el manipuleo del sistema electoral o el voto castigo contra el gobierno peronista, actos consonantes con una política democrática. La cosa se complica por la distribución resultante de fuerzas en el legislativo, que propicia el bloqueo político recíproco en plena crisis económica y social… y con una derecha extrema en ascenso.
En Chile, las elecciones fueron intachables, pero más de la mitad de las personas se abstuvo, clara señal de desconexión ciudadana. La segunda ronda se disputará entre extremos: un candidato de ultraderecha y una izquierda dura, que incluye a nostálgicos de Cuba. Es una situación política riesgosa: una sociedad polarizada, un legislativo fragmentado y una constituyente en marcha.
Este domingo se viene Honduras, donde los mismos de siempre se pelean por controlar un país que está peor que nunca. Poco contribuirán estas elecciones a aliviar los conflictos y la corruptela. Pregunta: ¿Está pasando la hora de la democracia en América Latina? Hay que luchar para que no, pero sociedades excluyentes con legados de autoritarismo no ayudan a la causa. Por ahora, Uruguay y Costa Rica, dos pequeños países, resisten.
En beneficio de la transparencia y para evitar distorsiones del debate público por medios informáticos o aprovechando el anonimato, la sección de comentarios está reservada para nuestros suscriptores para comentar sobre el contenido de los artículos, no sobre los autores. El nombre completo y número de cédula del suscriptor aparecerá automáticamente con el comentario.