Polígono: Matad al colibrí

Greta Thunberg, de 16 años, es el blanco de quienes niegan el cambio climático o lucran a costa del ambiente.

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Al cierre de su lección inaugural en una universidad chilena, el pensador italiano Nuccio Ordine leyó un relato de Andrea Camilleri en el que, como uno más entre los animales, el rey de la selva huye de un incendio en la jungla y, al ver que un colibrí vuela en dirección contraria, ruge: "Insensato, ¿adónde crees que te diriges? Vuelas al encuentro del fuego”. El colibrí le responde al león: “Llevo adherida a mi pecho una gota de rocío y con ella apagaré el incendio”.

Tras disertar sobre el mercantilismo que amenaza a la cultura, el arte, la ciencia, el pensamiento e, incluso, la libertad, Ordine convocó a sus oyentes a unirse a la resistencia llevando cada cual su gota de rocío y sin parar mientes en lo infructuoso que pudiera resultar el intento. Descreídos del poder de las palabras, pensamos en que si el orador hubiera impartido la charla ante un auditorio integrado por dirigentes políticos costarricenses se habría ganado un abucheo... claro está, en el improbable caso de que al final hubiera quedado alguien en la sala.

Imaginamos cuán vasta sería la nube de colibríes necesaria para detener las conflagraciones que le esperan a la humanidad, pero también vislumbramos la hueste de francotiradores que se prepara para cubrir la tierra de avecillas desangradas. La joven sueca Greta Thunberg, iniciadora del movimiento juvenil europeo que, extendido ahora a otras regiones, exige de los dirigentes del mundo un comportamiento responsable ante las amenazas del cambio climático, adoptó un rasgo de consistencia ética meramente simbólico: en sus inevitables giras por Europa se desplaza utilizando medios poco contaminantes y prescindiendo totalmente del transporte aéreo; un ejemplo que debería llamar la atención sobre la gran huella de carbono que dejan los funcionarios gubernamentales con sus vuelos incesantes de un continente a otro, en un retórico y tal vez inútil turismo ambientalista.

Ahora, convocada a participar en una actividad en la sede neoyorquina de la ONU, la señorita Thunberg se verá obligada a utilizar la vía aérea, y por ello sus detractores han desatado una campaña de desprestigio en la que incluso han puesto en juego el hecho de que Greta presenta en algún grado el síndrome de Asperger. Llegó, para los buitres, la hora de matar a picotazos al colibrí.

duranayanegui@gmail.com

El autor es químico.