Polígono: Ese o ese

El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) casi demuestra que ya es tarde para comenzar a construir un arca como la de Noé.

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En la tolerante Alajuela de mi infancia, era posible una formación religiosa dual. Formalmente católico, yo iba los domingos a misa de nueve en la catedral y, enseguida, a la escuela dominical evangélica, donde llegué a descubrir la utilidad de la aritmética para entender la historia del Diluvio. En el libro del Génesis, las órdenes del Señor a Noé aparecen dos veces, pero con una ligera diferencia: en la primera se consigna que debe ir en el arca una pareja de cada especie viviente, mientras que en la segunda está escrito que, con excepción de las de animales impuros, deberían ir siete parejas de cada especie.

Lo que más me preocupó fue que la segunda orden la recibiera Noé siete días antes del Diluvio, es decir, sin tiempo suficiente para reunir el contingente adicional de animales y sus provisiones.

Mi dominio escolar de las ciencias naturales era nulo, pero atesoraba un álbum de postales zoológicas y con base en él hice mis cálculos. La conclusión fue que, con los invitados de última hora, la población original del arca más que se sextuplicaría y pondría en apuros a Noé. No me cupo la menor duda de que el patriarca no tuvo más remedio que ignorar la segunda orden, sobre todo tomando en cuenta que, siempre según mis números, salvo por una paloma, durante un período de poco más de un año nada ni nadie podría abandonar el arca.

Temeroso de las reacciones de los mayores, no comenté el asunto y así lo dejé en el archivo de mi infancia, pero lo recordé cuando hace unas décadas los científicos advirtieron que podría sobrevenir una catástrofe similar a la que el Señor le anunció a Noé. Por ello me pareció ver en el reciente Acuerdo de París contra el cambio climático algo así como un plano remozado del arca. Sin embargo, ahora, casi tres años después, apareció un informe especial del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), en el que, creo entender, casi se demuestra que ya es tarde para comenzar a construirla porque el diseño tiene sus fallas, y que el intento de rescate está destinado al fracaso por falta de voluntad política, por un lado, y por exceso de optimismo con respecto a la eficacia futura de tecnologías que aún no han sido debidamente validadas: algo equivalente a la orden de meter miles de pasajeros adicionales en una balsa atiborrada.

duranayanegui@gmail.com