Columnistas

Polígono: El viejo y el Marianao

Decidir en Cuba a cuál equipo de ‘pelota’ aficionarse se resolvió con un gesto heroico del mánager.

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El único deporte que practicábamos en mi barrio era la mejenga futbolera con muchos goles y abundantes pleitos, pero un día un promotor deportivo que había estudiado en Estados Unidos nos enseñó a jugar al béisbol, lo que no me vino mal porque un año después me iría a Cuba, donde, en la Escuela Politécnica de Matanzas, pasé a jugarlo como si fuera nativo, solo que allá ese deporte era llamado “pelota”.








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