Columnistas

Pío, pío, tuit

EscucharEscuchar

Hay quienes consideran que los tuits fueron inventados, antes de 1945, en la comunidad hispanohablante de Alajuela, por lo que deberíamos llamarlos trinos o píos. Había en la ciudad un quinteto profesional formado por un director, un hombre-cartelera y tres músicos, el más ruidoso de los cuales era el que apaleaba un tambor como si fuera un homenaje a Juan Santamaría. Cuando los contrataban, desfilaban por las calles haciéndoles bulla a un establecimiento comercial, a un candidato a diputado que no podía anunciarse en la prensa, a un circo de mala muerte perdido por aquellos pagos o al estreno de una película americana o argentina que venía con la calificación de monumental. El director voceaba los anuncios sirviéndose de un arcaico megáfono, y aun cuando el motivo publicitario era casi siempre mundano, se las arreglaba para intercalar, por cada cierto número de alaridos, una cita bíblica o literaria, modificada para que no sobrepasara algo así como unos 150 signos.








En beneficio de la transparencia y para evitar distorsiones del debate público por medios informáticos o aprovechando el anonimato, la sección de comentarios está reservada para nuestros suscriptores para comentar sobre el contenido de los artículos, no sobre los autores. El nombre completo y número de cédula del suscriptor aparecerá automáticamente con el comentario.