El diario La Prensa anunció la reorganización de su redacción en el exilio para proteger a sus periodistas de la feroz persecución policial desatada por el régimen Ortega Murillo. Se trata de un hecho sin precedentes en la historia del diario más antiguo del país.
Pero en un estado donde impera la desprotección de la libertad de prensa no queda otra alternativa que el exilio para preservar la libertad y seguir ejerciendo el periodismo.
La persecución se agravó el 6 de julio a raíz de la cobertura que hizo La Prensa de la expulsión ejecutada por el régimen contra 18 misioneras de la Caridad, orden fundada por la madre Teresa de Calcuta.
Con esta nueva forma de criminalización del ejercicio del periodismo, la dictadura pretendía prohibir la divulgación de una noticia de resonancia nacional y repercusión internacional encarcelando a los periodistas para imponer el silencio.
Por ejercer el periodismo, ahora están arbitrariamente detenidos dos conductores de La Prensa, que se suman a otros seis comunicadores y directivos de medios que fueron condenados en la cárcel en juicios espurios, y las casas de varios periodistas y fotógrafos fueron allanadas por la policía con la intención de detenerlos.
Como consecuencia de esta grave escalada, en las últimas dos semanas, decenas de periodistas de La Prensa y de otros medios de comunicación debieron escapar del país por puntos ciegos para resguardar su integridad física.
Esta es la realidad que vive el periodismo independiente en Nicaragua, obligado a escoger entre la autocensura o el exilio para evitar la cárcel y seguir informando en libertad, como lo hemos venido haciendo, desde hace más de un año, Confidencial, 100% Noticias, Nicaragua Investiga, Despacho 505, Café con Voz y otros medios de comunicación.
Reportear desde el exterior, sin acceso a fuentes públicas y bajo un Estado policial demanda un esfuerzo extraordinario para preservar los estándares de calidad profesional para corroborar la información, especialmente, cuando las fuentes informativas también son objeto de persecución.
Sin embargo, a pesar de la censura de facto que se ha impuesto en Nicaragua, la resistencia de la prensa independiente está derrotando el monólogo oficial, la mentira y la desinformación del aparato de propaganda del régimen.
Sin la labor de la prensa independiente en el exilio, el público jamás conocería acerca de la corrupción desenfrenada de la cúpula gobernante, las violaciones a los derechos humanos del régimen, la tragedia de la migración masiva de los nicaragüenses —que se van porque no encuentran una salida en su país— y la extorsión impuesta por la DGI, la DGA y las alcaldías contra las empresas.
Tampoco sobre el empobrecimiento de la población debido a la carestía y falta de trabajo, la crisis de credibilidad del régimen ante los empleados públicos, las fisuras en el Frente Sandinista, la cancelación de más de 1.000 oenegés, la implacable persecución contra la Iglesia católica y la demanda creciente de libertad de los presos políticos y que se suspenda el Estado policial, rechazado por la mayoría silenciosa de los nicaragüenses.
La defensa de la libertad de prensa, última reserva de la democracia, aboga por mantener viva la libertad de expresión, que también está siendo criminalizada. Por ello, los periodistas en el exilio tenemos la sagrada obligación de proteger la identidad y la seguridad de nuestras fuentes.
Gracias a la confianza de las audiencias y de nuestras fuentes en el periodismo independiente, y en particular de los servidores públicos, civiles y militares, continuamos fiscalizando el poder. Gracias a la confianza de los familiares de las víctimas de la represión, seguimos sembrando las semillas de la verdad, sobre las que mañana se impartirá la justicia.
carlosf.chamorro@confidencial.com.ni
El autor es periodista nicaragüense.
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La persecución contra la prensa se agravó en Nicaragua debido a la cobertura de la expulsión de 18 misioneras de la Caridad ordenada por Ortega. (Cortesía)