Nunca he estado de acuerdo con la expresión «nadie es indispensable». Aunque tenemos una existencia finita en el ciclo natural de la vida, considero a todas las personas seres únicos y valiosos, capaces de ser invaluable influencia para otros a través del ejemplo de sus ideas o trabajo.
Por ello, lamento mucho las circunstancias que obligaron a Luis Antonio Sobrado a presentar su renuncia al cargo de magistrado presidente del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) en momentos en que el país encara una de las campañas políticas más complejas en tiempos modernos, no solo por la cifra histórica de candidatos presidenciales (27), sino también por la trascendental decisión que debemos tomar los costarricenses en febrero del 2022 para el futuro del país.
Bajo la batuta de don Luis Antonio, en los últimos 14 años, el TSE ha librado una intensa batalla para evitar la filtración de dinero de dudosa procedencia en los procesos electorales, para espantar a las aves de rapiña que revolotean sobre los fondos públicos, para proteger a los votantes de las retorcidas estrategias de desinformación y para reforzar los mecanismos que garantizan la pureza del sufragio, uno de los innegables bastiones de nuestra democracia.
Durante su gestión, supo cuidar y cultivar la credibilidad que el Tribunal viene construyendo desde su creación, en 1949, dando siempre la cara, incluso en tiempos difíciles. Por ello, su salida no solo significa una enorme pérdida para la institución, sino también para el sistema electoral, que se acostumbró a tenerlo como garante.
Sus valores y calidades quedaron retratados en su último gesto como jerarca del TSE. En vez de acogerse a una inhibitoria temporal con goce de salario, para evitar un eventual conflicto de intereses, dada la postulación de una pariente suya en una de las papeletas presidenciales, don Luis Antonio prefirió hacerse a un lado para evitar especulaciones e insinuaciones malsanas.
No dudo que los magistrados que quedan al frente del órgano electoral poseen la estatura moral y técnica para afrontar los retos de la incipiente campaña, pero la salida de don Luis Antonio resulta sensible en este momento clave.
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El magistrado Luis Antonio Sobrado ejerció durante 14 años la presidencia del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE). Foto: (Juan Diego Córdoba González)